Dícese de aquellos que simplemente pasan de vivir y de tomar decisiones, con la pereza que da.
Empecé a distinguir a estos especímenes hace poco, y la verdad es que son tan diferentes que no hay manera de reconocerlos a simple vista, hasta que abren la boca.
Como la otra vez, en un Mcdonalds, Jordi el chico filipino, de barbas cantinflescas y peinado puntiagudo, elegía su hamburguesa. Su novia linda le decía: “mira Jordi, que aquí tienes para escoger, la súper mcChiken con extra pepinillo, la jumbo mcCow con extra pan, o la mcDog superior, con extra de todo”. Ante lo cual Jordi, de brazos cruzados y sin molestarse en apartar la vista de la botella de ketchup, soltó la frase por la cual lo reconocí al instante: “emmm… pues ve tú, que a mi me da igual”. La linda novia filipina resopló con resignación: “Vale, que sean dos mcChiken con extra pepinillo”. Jordi casi ni se inmutó, aunque abrió la boca con toda la pachocha del mundo: “No, que ése no mola”. “¿Entonces cuál quieres?”. “Que me da igual, cualquiera. Pero ése no”. “Bueno, entonces dos mcCows con extra pan”. Jordi se encogió de hombros en signo afirmativo. La muchacha dio la orden. La mujer que atendía registró el pedido: “¿Y para beber?”, añadió, “coca cola, pesi, fanta naranja, fanta limón, limonada, kas, 7up…”. Aguardó una respuesta. Jordi torció la boca, puso los ojos en blanco. La novia del chico dijo que una Coca cola para ella y para Jordi nada, gracias. “Eh, ¿cómo que nada?”, saltó él, “que me da igual, pero tengo sed”. La linda chica filipina rompió en llanto, de cólera.
Ahora sí: I got enough!, me dije estúpidamente en inglés. Pegué un salto desde tres mesas más atrás y aterricé sobre el cuello del susodicho. Y en el suelo, sin dejar de zarandearlo empecé a gritar: “di me da igual otra vez, choche, dilo wey, te reto. Dilo y te saco la ñuña”. Se armó un alboroto. Cuánto murmullo. Los clientes empezaron a decir: “Cojones, qué hacen estos niños” o en catalán: “Collons, que fan aquest nens”. Pero nada, nada pudo hacer este nen, ya que al instante el tipo de seguridad se abrió paso, me cogió de la barriga y tiró para atrás como si fuese yo un chicle. “Hala, fuera de aquí, a la calle”. Me sacó por la puerta trasera del restaurante y me lanzó de cabeza contra los containers de basura. (Ajá, como en las pelis).
Mi hermana y mi mami, por su parte, siguieron comiendo como quien dice nosotras a éste ni lo conocemos. Luego me contarían que Jordi, después de que me botaran, siguió tendido en el suelo en posición fetal y lloriqueando en filipino por cinco minutos más.
Su novia, en cambio, linda, salió corriendo emocionada en busca de ese muchacho tan pagado de sí mismo. Revisó en las tiendas aledañas, al frente en el Fnac, en plaza Catalunya, entre las palomas, pero no lo encontró por ningún lado, pobre. Es que tampoco nadie le dijo que buscara en la basura.
5 comentarios:
buena, eh tio!! a molado la historia
Una duda o madrugaste para publicar o no dormiste
XD
Sigue así
ayy pero síi q desesperan esos tipos o tipas!! u.U
a mi me pasa a veces con algunos amigos(as) q agotan mi paciencia entonces suelo ser más fría y directa de lo normal y aunq se enojen (pero se les pasa) terminan x decidir (obviamente bajo presión!!) xD jajaja
Por otro lado me imaginé la escena jajjaja q loco si les dieran, asi como en la historia, un pequeña paliza! xD
Saludoooss
será cierto eso?? o no será cierto eso? jeje. Suena muy duro para ser cierto, es decir, duro de tu parte, duro de parte de la seguridad y duro de parte de tu hermana y tu mami.
Saludos!
cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia!!!
esos personajes uhmm..
jijii
Anónimo: gracias, sobrino.
eMiLy: Ganas no faltan. No sabía que había tb en trujillo, seguro q sí, pero es que aquí hay un varios.
steýfer: la etiqueté como ficción u_u Yo sería incapaz de pegarle (tanto).
anónimo: me da la impresión de que eres mi mamá... ¬¬ (y si no, este... gracias por pasarte xD)
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