Una vez prometí venir a conocerte. Pero nunca pensé seriamente en hacerlo, aunque te haya estimado de una manera extraordinaria (para nunca haberte hablado). Sólo esos ojos profundos que intentabas esconder, y que revelaban que no eras normal (qué alivio).
Avanzo y los árboles frutales me rozan. Ya casi llego hacia ti. Espero que aún quede algo de ti en ese árbol, por las puras no vengo.
Ahí estás, rodeada de césped. Tu tronco es grueso aunque no tanto: en estos cinco años no has hecho más que crecer hacia arriba, ¿es que acaso ya no eres libre?
Me siento en la banca de madera que tu padre colocó a tu costado. Me lo imagino mojando la tierra, amazándola, con tanto amor, como si de nuevo estuviera encargado de darte vida. Me lo imagino rociando tus cenizas a la tierra, y después, tú lentamente, fluyendo a través de este manzano.
Si recuerdo tu nombre es porque ella no paraba de repetirlo cuando estaba en cama. No lo superó. La dejaste con una herida en toda su atormentada alma, como si al suicidarte hubieras llevado contigo los pocos jirones de felicidad que le quedaban. Y a partir de ese momento yo empecé a tejerlos de nuevo. Año tras año. Igual, no sirvió de nada. Ella también se fue.
Cojo una manzana del suelo y le doy un mordisco. Me pregunto qué parte tuya correspondería a esta manzana. Tu fruto...algo que dejas caer, o algo que te roban de cuando en cuando. Me gusta pensar que es un beso tuyo, y que ella siempre venía a recolectarlos.
Te miro. Tu corteza es dura, por única vez en tu vida tu corteza es dura, y tus preciados besos están bien alto como para que ningún mono pueda alcanzarlos. ¿Será por eso que quieres ir más alto? Ya no tienes que huir, aunque tus pies estén sujetos a la tierra.
- Vengo del entierro -te digo, como si realmente fueras tú con esos ojos negros la que me escucha.- No creo que ella tenga la suerte de sobrevivir a la muerte. Sus padres la encerraron en un nicho y ahí se quedará para siempre.
No contestas, claro. Pero siento que me escuchas.
- Mis bromas no podrán pasar esa lápida de mármol. Ni tú le podrás hacer sombra como ella quería. Hubiera sido mejor que la enterraran a tus pies.
El viento mece tus ramas y una flor cae en mi regazo. Sonrío.
- Está bien. Pondré esta flor en su tumba.
Me levanto y me voy, mientras los árboles rozan mi cuerpo y hieren mis brazos.
El dolor físico...no alivia mucho, después de todo, ¿no?
Avanzo y los árboles frutales me rozan. Ya casi llego hacia ti. Espero que aún quede algo de ti en ese árbol, por las puras no vengo.
Ahí estás, rodeada de césped. Tu tronco es grueso aunque no tanto: en estos cinco años no has hecho más que crecer hacia arriba, ¿es que acaso ya no eres libre?
Me siento en la banca de madera que tu padre colocó a tu costado. Me lo imagino mojando la tierra, amazándola, con tanto amor, como si de nuevo estuviera encargado de darte vida. Me lo imagino rociando tus cenizas a la tierra, y después, tú lentamente, fluyendo a través de este manzano.
Si recuerdo tu nombre es porque ella no paraba de repetirlo cuando estaba en cama. No lo superó. La dejaste con una herida en toda su atormentada alma, como si al suicidarte hubieras llevado contigo los pocos jirones de felicidad que le quedaban. Y a partir de ese momento yo empecé a tejerlos de nuevo. Año tras año. Igual, no sirvió de nada. Ella también se fue.
Cojo una manzana del suelo y le doy un mordisco. Me pregunto qué parte tuya correspondería a esta manzana. Tu fruto...algo que dejas caer, o algo que te roban de cuando en cuando. Me gusta pensar que es un beso tuyo, y que ella siempre venía a recolectarlos.
Te miro. Tu corteza es dura, por única vez en tu vida tu corteza es dura, y tus preciados besos están bien alto como para que ningún mono pueda alcanzarlos. ¿Será por eso que quieres ir más alto? Ya no tienes que huir, aunque tus pies estén sujetos a la tierra.
- Vengo del entierro -te digo, como si realmente fueras tú con esos ojos negros la que me escucha.- No creo que ella tenga la suerte de sobrevivir a la muerte. Sus padres la encerraron en un nicho y ahí se quedará para siempre.
No contestas, claro. Pero siento que me escuchas.
- Mis bromas no podrán pasar esa lápida de mármol. Ni tú le podrás hacer sombra como ella quería. Hubiera sido mejor que la enterraran a tus pies.
El viento mece tus ramas y una flor cae en mi regazo. Sonrío.
- Está bien. Pondré esta flor en su tumba.
Me levanto y me voy, mientras los árboles rozan mi cuerpo y hieren mis brazos.
El dolor físico...no alivia mucho, después de todo, ¿no?
4 comentarios:
muy lindo... pero triste
El video de la derecha está bacán, no suelo escuchar música asi, pero me gustó xD... extrañe taaaanto patinar!
Saludos!
está chvr T_T pa llorar, me gustó =p y sí algo triste...mm.. u_u sin comentarios...
lindo ñ.ñ y algo triste tbm u.u
Parece que lo triste y serio no tiene cabida en este blog. Pero no pude contenerme, me atrajo la idea de darle vida al árbol e imaginar qué parte corresponde a su fruto.
Saludos! Gracias por comentar =)
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