lunes, 3 de octubre de 2011

cuaderno


Antes de que venga nadie termino de escribir mi diario. Me gusta registrar cada día en la quietud de mi habitación, en silencio y oscuridad, que es cuando mejor me salen las palabras. Así, aunque haya poco que contar, me extiendo en reflexiones y divago hasta que lleno un buen número de páginas. Tantas que este cuaderno está a punto de acabarse. Y cuando lo haga, no sé donde lo dejaré. Tengo tantos que se me pierden. Aparecen y desaparecen debajo de los cojines del sofá en el salón, detrás de una repisa en la cocina, en el desván, en una caja llena de telarañas, tengo muchos, algunos están a salvo en la biblioteca, otros nunca los volví a ver, un par me los robaron y al cabo de una semana aparecieron deshojados y arrugados, deslomados, sucios y esparcidos frente a mi puerta. Me gusta pensar que fue Elena. Me excita muchísimo imaginarla sujetando mis cuadernos, con sus ojos seductores metidos en mis páginas, susurrando cada palabra; aunque luego siempre termino por descartar la idea. Sea como sea no conozco a nadie que lea en inglés, que es el idioma en el que escribo. Escribo en inglés para que nadie me lea. Al fin y al cabo, un diario es un diario. Personal.

1 comentarios:

El Noctámbulo de Sweges Ville dijo...

Yo tengo un cuaderno verde que dejé abandonado en Trujillo, aunque ahí desarrollaba los argumentos de mis cuentos.
(Espero que hayas superado tu rechazo a tu letra xDDD).

 
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