viernes, 30 de diciembre de 2011

El tono (dale play)

 He Traicionado Tu Amor (Los Chapillacs y Pascualillo Coronado, El Rey de la Carretera Central) by Descabellado Records

Camilita bailaba bien rico en la fiesta de su tío. Su tío Pocho que había comprado treinta cajas de cerveza pilsen y ahora reventaba su taller mecánico con un potente sonido estereofónico. Qué bonito santo, don Pocho, decía el aprendiz de mecánico, Ingercio, un quinceañero bien achorín. Claro pues hiiiijoo, hip, ¡¡y no va a serrr!!. Recontra legal su tono, patrón, y de los anticuchitos que le ha encargado a doña Melva huuyy, ni hablemos, y del pollito tampoco y ni de la chelita que nunca falta, todo bien legal oiga, más bien... ¿no me presenta usted a su sobrina? Pero don Pocho, ni baboso, se hizo el loco y se quitó por allí  contoneando los hombritos al ritmo de la música, y con la sonrisita bigotona, como quien dice, a flor de piel. Movía también los piececitos con gracia y garbo criollo. Don Pocho se paseaba por su taller comprobando que no faltara nada y que los invitados la estuvieran pasando bien bacanchola. Por allí lo atajó el sobrino borracho, un treintañero perdedor, uno con una narizota que siempre lo precedía a donde quiera que iba. Lo jaloneó del cuello con el ímpetu de los alcoholizados.Tío, venga a tomar con sus hermanos a la oficina, venga, pues tío, estamos en un reventón. Arranca de acá, imbécil, ¿no ves que estoy bailando? arranca nomás, caray. Y le metió su chiquita por atrevido.

En un rincón, junto a un Datsun del 93 sin llantas, el aprendiz de mecánico, Ingercio, le metía letra a Camilita, que por cierto le iba un poco mayor. Veinte tenía la chibola, aunque parecía mucho menor, bajita y con cara de nena. Y así pes, flaquita, le decía mientras bailaban cumbia; tengo mi bochito, bien parado ah, cuando quieras te puedo llevar de paseo a comer tu papa rellena, vueltecita pasito adelante pasito atrás; tus picarones con su gaseosa, ah, lo que quieras tú nomás pide. Y ya si te pones exigente hasta te llevo a comer pizza. Despuntaaa, renacuajo, replicaba Camilita, caderita un, dos, pasito de costado y vueltita con harto sabor; a mi me llevas a La Taberna a comer mi pollo broster o nada. Para comer anticuchos de luca no necesito a un imberbe malandrín pululando a mi alrededor. Tiraba su diccionario la chibola. Ingercio hizo sus cálculos mentales mientras seguían bailando: gasolina más estacionamiento más un pollo broster más su inca cola y etc., etc. Puccha, ni que estuvieras tan buenota. Pero lo estaba.

En la oficina, el sobrino narizón lloriqueaba con el bobo aligerado por la cerveza. Y me metió un cochacho, tíos, escuchen, mi tío Pocho del alma; acá me dolió, acá. Y se señaló el pecho en la parte donde suponía que se encontraba su corazón. Yo siempre estoy allí, tío qué necesitas, qué te puedo ayudar, pero siempre me cancela... Y así lloraba frente a sus tíos mayores. Uno de ellos era gerente de la Backus en Virú. Otro tenía un grifo por San Pedro. No pues sobrino, ya, tú ya estás para irte a dormir. Y se fueron dejándolo solo en el sofá de la oficina, uno bien viejo y grasiento del cual nadie lo movería hasta el día siguiente, ya de noche, cuando el wachi que cuidaba el taller los domingos le dijera, ya pe soly, o te mueves o te muevo, ¿cómo es?

Bien rica sonaba la chicharra. Don Pocho ensayaba unos pasitos picaronescos con doña Melva que, entre tanto humo de la parrilla había decidido pegarse un bailongo antes de seguir asando tanta carne roja. Ahí, ahí, doña Melva. Pegaba sus brinquitos la mujer y don Pocho le meneaba los hombros, se caía de rodillitas y alzaba los brazos en el aire al ritmo de la música. Por allí hasta le metió break dance, chino y bigotudo de risa. Cuando acabó la canción, doña Melva dijo, ay, yo ya no estoy para estos trotes. Y se regresó a sus anticuchos.

La fiesta siguió hasta las cuatro de la mañana, cuando ya solo quedaban los más ebrios de los ebrios abrazados fraternalmente en unas feas bancas de madera. Y en el rincón de siempre, junto al viejo Datsun desmantelado, Ingercio se daba el lote con Camilita. Guapachosa, la chibola, pero de veras. Y el Ingercio más feo que el hambre. Mérito al valor, a la tenacidad y a esa fantástica resolución pirañona que ya quisieran otros imberbes.

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Me dejé el yogurt fuera de la refri


                                                                                                                                              
 
Letra:

Te llamabas flor, y yo te dije: «Hace tanto sol, vamos para allá.
Los chicos en el parque ruedan una llanta y así van pasándola genial».
Si te vas yo ya no sabré hacerte regresar
y no creo que me puedas olvidar.

Si yo fui el primero que te sacó al verano y sé que caíste y ahora tienes
un curita, en la rodilla, en la rodilla.

Ponías una peli y tus amigos llegaban una hora más tarde que yo.
Tu padre recelaba y a tu madre le encantaba verme bien
correctito y sin saber
que en el fondo me moría por besarte ya,
que quería que se fuera pronto a trabajar.

Y saltar sobre tu piel, y volar sobre tu ser y querernos creyendo que saldrá todo bien.
Todo bien, todo bien.


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lunes, 28 de noviembre de 2011

La canción-test de Clarita

Clarita solía dar largos paseos por el Eixample barcelonés, particularmente en las tardes más frías y soleadas de diciembre, que era cuando las piernas se le entumecían y los pasos le salían tiesos y patosos, que era como le gustaba caminar.

Escondía el cuello debajo de una bufanda atigrada y, con las manos resguardadas en los bolsillos de la gruesa chaqueta marrón, se paseaba mirando los balcones de los edificios, los diseños de sus ventanas y algunas senyeras; aunque siempre agazapada en su mundo interior, un ático bien adornado con melodías y órdagos enredados en las vigas del techo, aunque abstracto, amoblado con un par de oscuros baúles, un catre enclenque sepultado bajo numerosas mantas tejidas y una ventana amplia que da a un cosmos negro e infinito, con su alféizar y su macetita de gardenia a punto de despeñarse.

Pensamientos tristes, tristes, y luego alegres, alegres. El ático cambiaba de iluminación con una rapidez impresionante, como el día y la noche acelerados en treinta segundos. Clarita padecía de un temperamento bipolar, pero uno de verdad, molesto e inoportuno, no como cuando alguien te suelta de broma: «Oye, hoy me siento muy bipolar, jaja». Imbécil.


-¿Qué te estás estudiando, caramelito? –le pregunta el trotador que, corriendo su sitio, la pesca bien instalada en una banca hermosa que hay en el paso de peatones de la Gran Vía.

-A bichos raros como tú, ¿por qué?

Si algo le activa la bipolaridad a Clarita es que la aborde un palurdo todo sudado y con los auriculares del ipod chillando una música hedionda.

Intercambian sonoros insultos y finalmente el afanador se aleja con el ego reducido y las piernas inusualmente rendidas.



Clarita lee Súper Pop; tiene la mirada fija en una fotografía de Edward, el vampiro, todo blanquiñoso y ceñudo, sacando morrito en plan ¿Quién podría estar más rico que yo? A su lado, la hermosa Bella se aferra con fuerza a su pecho, como si una jauría de hombres lobo los tuviera rodeados. Atrás, por último, se aprecia un bosque de altos y misteriosos pinos, cuyas afiladas cimas parecen querer pinchar a una redonda y enorme luna, que domina un cielo particularmente claro.

La joven, bipolarísima:

-Pero qué tal subnormal, ¿cómo es posible que las adolescentes caigan rendidas ante semejante mongoloide?

-Pero míralo, Clara, mujer… Tú y yo sabemos muy bien que adentro de esa boquita tuya se está gestando la esencia de una salivita simbólica.

-Ay, eso es porque me olvidé el bocadillo, y tan solo con recordarlo…

-Mentira, nena. Yo sé muy bien lo que se cuece allí dentro de ti, en lo más hondo. Yo sé que…

Pero llegó Habichuela.

Un chico flaco y con el pelo negro, aplastado debajo de un gorro andino tejido con lana gris, uno de cuyas largas orejeras colgaban unas bolas de felpa que le conferían un aire tan inofensivo que rallaba en lo absurdo.

Clarita le echó un vistazo apartando apenas los ojos de su revista. El lado accesible de su bipolaridad había ganado la partida, así que, momentáneamente, al muchacho nadie lo mandaría a la mierda sin despeinarse.

-Amiga, disculpa ¿sabes dónde queda plaza universidad?

Llevaba en las manos una caja no muy grande envuelta con papel de regalo rojo, un lazo y una tarjetita.

-No –mintió ella-, ven aquí, chico. Siéntate.

Desplazo su mochila de la banca para hacer un poco de espacio. El chico se encogió de hombros de una manera tan disimulada que nadie podría haberlo notado, acto seguido, se instaló al lado de la joven.

-¿Te gusta la buena música? –preguntó la muchacha, sacando su iphone 4 y unos auriculares blancos de diadema, de alta resolución.

-Hombre, como el que menos.

-A ver, escucha esta canción y dime qué tal… ¿cómo te llamas?

-Habichuela.

-Vale, Habichuela, toma.

El joven se las arregló para montarse los auriculares en los oídos sin tener que sacarse el gorro andino que tan perfectamente le iba a su look. La realidad era que tenía el cabello sin pasar por agua un buen puñado de días, básicamente por el frío y la ausencia de gas en casa.

Adentro de sus oídos un bajo y un teclado setentero empezaron a dar botes armónicos contra sus paredes acústicas. Al rato, se sumó la voz de un hombre y luego la de una mujer, cantando juntos y llenándolo todo con una sensación tibia que aunque entraba por sus oídos, bajaba hasta acumularse en su pecho como una enorme flor de largos pétalos.

Habichuela miró a la chica y vio que era linda, así, solamente linda, utilizando deliberadamente esa palabra tan corta y manida; pero la sazonó un poco:

-¿Sabes? Eres críticamente linda.

Clarita echó una sonrisa muda. Se llevó un dedo índice hasta una oreja y le dio toquesitos repetidos, como quien dice: «Escucha, primero, luego hablas tus huevadas».

You are the sunshine of my life,
That’s why I’ll always be around.

-Ésta no es la versión de estudio –comentó Habichuela, sin dejar de menear la cabeza al son de la melodía.

-Obviamente –contestó la chica-, es de su concierto en el Rainbow Theatre.

-¡Qué crack! -Habichuela parpadeó y empezó verla con ojos renovados.

-Deberías conocer mi ático, está todo lleno de vinilos de Stevie.

I feel like this is the beginning,
Though I've loved you for a million years.

Habichuela se quitó por fin los auriculares y volvió al sonido de la avenida, principalmente dominada por el ruido de los coches y las motocicletas que atravesaban la Gran Vía. De fondo, las voces de los barceloninos, en familia, preparando las compras navideñas o paseando entre los puestos de churros.
Al final, le devolvió los auriculares a la joven. Por allí ensayó una sonrisa.

-¿Vives en un ático?

-Mmm... es difícil de explicar –le dijo Clarita, menos bipolar que siempre.- Quiero hablar de Stevie...

-Fantástico.

-...y de las probabilidades de que conocieras mi canción-test.

¡Clic!, sonó, en alguna parte, un enorme candado abriéndose al contacto de una llave precisa y minúscula.

Antes de contestar, Habichuela recordó vagamente, como con el rabillo de su mente, que tenía una cita en el Starbucks de plaza Universidad. Vagamente, alguien que lo esperaba amontonando bolsitas de azúcar, tamborileando los dedos sobre una mesa. Vagamente, la sombra de un rostro, el eco de una voz y la innegable relación de aquello con la caja envuelta en papel de regalo, reposando a su lado, a un movimiento de vista.
Y, por último, vagamente, el evoco de algún discurso contenido y esperando en la punta de la lengua, tibio y listo.

Pero apartó todo eso de su cabeza y se concentró en la chica que estaba a su lado; Clarita, se llamaba. 
Linda.










Nota irrelevante del autor: mi canción-test es y será siempre From the morning

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sábado, 19 de noviembre de 2011

Mowgli, te quitaron las estrellas


- ¿Cómo fue la caza, fiero cazador?
- Muy largo el acecho, y el frío era atroz.
- ¿Dónde está la pieza que fuiste a matar?
- En la selva, hermano, pienso que estará.
- ¿Dónde está tu orgullo, dónde tu poder?
- Por la herida huyeron ambos, a la vez.
- ¿Por qué así corriendo vienes hacia mí?
- ¡Ay, hermano! Corro a casa...a morir.



A pesar de ser consciente (en ese entonces, gracias a Disney), que este libro era un libro infantil, me animé a leerlo porque la edición que cogí tenía como encabezado "Colección Premios Nobel", así que supuse que la narración sería buena, no importa el tema como en muchos otros libros. Y sin embargo, después de leído, no diría que sólo es para adolescentes, sino para cualquier lector que quiere recrear un poco su imaginación entrando al mundo de la selva, de sus reglas, y de los animales (aprendiendo reglas de respeto, convivencia, territorio, aceptación y rechazo del grupo, la reacción ante supersticiones, amistad, la familia, y la propia naturaleza que yace en cada ser vivo y de la cual es incapaz de escapar).

El libro contiene siete capítulos que en realidad son cuentos separados, de los cuales sólo los tres primeros tienen relación entre sí y son, según mi parecer, los mejores, pues tratan de la historia de Mowgli (la rana): su aceptación en la camada de lobos, su aprendizaje de las reglas de la selva, y de su duelo con Shere Khan. El autor logra infundirle caracteres definidos a cada animal y presentarlos como mismos seres humanos, incluso más sabios.

De los otros cuatro cuentos, a pesar de estar bien narrados, sólo disfruté el titulado Rikki-Tikki-Tavi (que no ocurre en la selva, por cierto, y es la historia de una mangosta que tiene que enfrentarse con un nido de cobras (genialmente narrado)).

Otra cosa, el Mowgli del libro no tiene nada que ver con el niño antipático que le interpreta en una película basada en este libro.

Si el libro sólo narrara la historia de Mowgli, le daría cinco estrellas.

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lunes, 14 de noviembre de 2011

Un poquito antes de quemar la ciudad

 Gloria (acoustic) by nadrojj 


                                                                                                      

Poco a poco, tras de cada piedra, 
no lo ves pero yo soy el que despierta su ser con mucha sed.

Te reirás porque el tiempo haya cambiado y yo diré: 
«¡No! todos estos años son míos, yo te los presté».

Y sé distinguir uno de otro, sé qué manos levantaron odio, 
y también sé que morirás aunque volverás a nacer.

Y ahora a dónde vas, dímelo bien, dónde andas, 
yo quiero verte correr,
quiero verte volar también.

Los monos bailarán buen rockanroll, los tigres dormirán en el salón,
verán la televisión y dirán: «Vaya mierda».

No te servirá decir: «Lo siento por no pensar en ti»,
pues yo tampoco estoy pensando en ti.

Empaca un poco antes de partir, no volverás nunca más aquí, 
pues yo me encargaré.

La pequeña Goria hoy se ha levantado con un poema adherido en los labios,
una canción, que dice: 
«Mueve de aquí tu corazón».

Mami le explica con mucho tino, 
le dice: «Pequeña, no somos clandestinos.
No está bien vivir al margen de nuestra hermosa civilización.

Así que no te vas, mírame bien, no te irás, 
no puede ser que esté teniendo siquiera contigo esta conversación.

Cámbiate para desayunar, a la escuela tienes que llegar, 
necesitas una buena dosis de educación».

Y afuera poca gente la escuchó, sus problemas son mucho mayores ¿no?

«No te vas mírame bien, no te irás, no puede ser que esté teniendo
siquiera contigo esta conversación».
Los monos bailarán buen rockanroll, los tigres dormirán en el salón,
verán la televisión y dirán: «Vaya mierda».

                                                                                                      


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domingo, 13 de noviembre de 2011

Macanudo 3: Las 10 mejores tiras.

Hoy también acabé de leer Macanudo 3, y éstas son las 10 mejores tiras, bueno, las mejores tiras según mi parecer, pues Liniers es una fuente inagotable de ternura, ingenuidad, genialidad y alegría. Por suerte aún me faltan más Macanudos por leer.













Feliz 11 meses, mi amor.


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Bestiario - Julio Cortázar


Éste es el primer libro que lamento que no sea mío, maldita sea, el lunes tengo que devolverlo a la biblioteca! Da ganas de robarlo. Sólo Dios sabe (y algunos amigos) cómo suelo encariñarme con los libros.
El libro que comento se titula "Bestiario" de Julio Cortázar, una selección de ocho cuentos bien logrados, que introduce al lector de una forma muy efectiva: proporcionándole datos que no entiende pero que en el transcurso de la historia todo se aclara, cobra sentido, y vislumbra.
Mis cuentos favoritos fueron:

Casa Tomada: El autor logra transmitir la presencia de esos seres que van apropiándose de la casa e inspira pánico.

Lejana: Cuento con estructura de diario en el que Alina Reyes narra su vínculo con una mujer de Budapest, que no conoce, que no sabe si realmente existe, y que al final termina perdiéndose.

Las puertas del cielo: El autor logra crea el ambiente para contar, con una nostalgia disimulada, más bien de remembranza y dolor por lo ausente, la muerte de Celina, y las cosas, lugares, y bailes que la evocan.

Antes sólo había ojeado Rayuela, y me encantó el inicio, pero ahora ya puedo decir que conozco a Cortázar, y es uno de los grandes narradores de lo fantástico y lo insólito.

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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Bibliotecando en la PUCP



Estas últimas semanas se me ha dado por leer compulsivamente novelas. Quizás sea que ya se acaba el año y mi número de libros leídos es miserable. Pero en hora buena he vuelto a perderme en personajes insólitos e historias absurdas (como también admirables).
A continuación lo que pienso de dos novelas que he leído estos días:

Asesinato en el Orient Express - Agatha Christie


Agarré este libro por pura curiosidad, siempre había escuchado de esta autora y su fama de tramas intrincados y policiacos. En realidad decidí leer este libro porque estaba buscando algo no tan extenso, pero entretenido, y mi enamorada me sugirió, al azar, este libro. Debo confesar que la autora no me ha decepcionado, a pesar de la estructura que presenta la novela: una pequeña introducción para conocer al personaje principal (el detective Poirot), el crimen, las declaraciones de todos los personajes y sus respectivas coartadas, y al final, la resolución del caso. Lo bueno de esta escritora es que te va dejando pistas y el lector se involucra tanto en la trama que él mismo trata de descubrir quién fue el asesino, uniendo cabos sueltos, mentiras, gestos dubitativos de los personajes, etc., acompañando al detective Poirot en una tarea más encomendada esta vez por la fuerza del destino (o la casualidad). Me gustó mucho recorrer estas páginas, sobre todo el final con sus "dos" posibles soluciones. Yo también hubiera decidido optar por la primera solución.


El viejo y el mar - Ernest Hemingway.

Cuando tenía 15 años intenté leer este libro, pero me pareció demasiado simple y aburrida la historia de un pescador que no puede atrapar nada en 84 días y sale de nuevo en busca otra vez de un poco de suerte. Sin embargo, debo confesar, que una vez iniciado, una vez haber pasado la barrera que me impidió terminar de leer el libro en ese entonces, el personaje se hace de lo más humano y comprometido con la mar, con la naturaleza, con el pez gigante que logra capturar y que admira pero sabe que debe darle muerte. Una gran narración para una trama simple pero de gran significado.

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sábado, 5 de noviembre de 2011

De qué hablo cuando hablo de correr


Hace poco tiré mano de la biblioteca de la PUCP y me hice con un libro de Haruki Murakami (recordando la buena experiencia que tuve con Tokio Blues). Este libro, por lo contrario, no era una novela, sino más bien un libro de memorias donde el autor va exponiéndose delicadamente a lo largo de más de doscientas páginas que emplea para enmarcar su afición por el correr y la literatura (aunque de ésta no habla mucho, son muy queridos los pasajes en que se detiene a contemplarse a sí mismo como escritor). El libro se titula "De qué hablo cuando hablo de correr". Es un buen libro para volver a reanudar la lectura cuando ya se la ha dejado debido a distintos asuntos "importantes" en el día a día. Al ser una memoria el autor no se limita a las formas y nos cuenta cómo se le viene en gana y en el orden que se le ocurre, cómo empezó su pasión por correr maratones y triatones, su preparación, sus anécdotas. Es exquisito cómo va narrando lo que su cuerpo va experimentando mientras corre y su mente se va vaceando en el papel como ríos y ríos (El río Charles). Aunque al final sentí que Haruki empezaba a flaquear, y por un rato pensé en abandonar, después se recuperó con fuerza y terminó bien, como empezó.
Es un libro sobre correr que nos ayudará a seguir corriendo en el mundo de la literatura. O bueno, al menos a mí.

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lunes, 10 de octubre de 2011

Relato cien por cien barcelonino

Ernest Descals-Pintor

Unos guiris miraban su guía de Barcelona, qué equipados para el viaje, con una guía ya la rompen, definitivamente. Míralos, sabiendo de Gaudí más que los propios barcelonenses. Qué bestia con la información del cuadernito. Su peso en oro, Darling. Sí y se enteran de cosas como por ejemplo sabías que los cuatro primeros ladrillos de una masía se colocaban dos con  una mano derecha y dos con la izquierda, para buen augurio de equilibrio y bonanza. Y mi colega Arnau Palafrugell se rascaría la cabeza con dos dedos de la mano, ni enterado, y eso que sus abuelos ayudaron a levantar Catalunya. Sangre sudor y lágrimas. Le dije: cómo no lo sabías, Arnau!, malditas guías, no hay derecho. Los turistas enterados de cada detalle pendejo que hay en esta ciudad. Que si Passeig de Gràcia en la guerra civil, que si el comte de Urgell en su lecho de muerte en su castillo. Que si Gaudí muerto por el tranvía (esa sí que me la sé). Y van felices de la vida por las ramblas, los guiris. Claro que su guía nuevita y reluciente nunca les dijo, por ejemplo, que por las ramblas hay un gran surtido de carteristas. De todas las nacionalidades y credos. Y luego se tienen que pasar media mañana en una comisaría del casco antiguo sentando una denuncia de robo, mitad en inglés, mitad en castellano. Darling, fucking guide. Thieves in las Ramblas, that’s a basic fucking tip! Y más respeto que los abuelos de Arnau levantaron esta fucking ciudad, y ni les cuento, guiris, que en sus tiempos había pistoleros por las calles, rollo wild west, y asaltaban las diligencias y luego mataban al gobernador, disparándole a quemarropa, porque, ya que estamos, también eran anarquistas militantes de unos apasionados partidos. Y al cadáver ni le robaban ni nada, porque el acto de matar políticos es, con todo, una de las cosas más políticas que existe. A lo mejor se cobraban las balas y el heno de los caballos, nada más. A lo mejor. Pero tiempos revueltos aquellos y ni si quiera hay que remontarse mucho. Menos de cien años, chico. Cuando los abuelos de Arnau estaban por allí derramando sangre, sudor y lágrimas por doquier. Incluso los cogieron de prisioneros durante la guerra civil, malditos falangistas y los tuvieron meses, días y noches espantosos en una celda con ratas y un poco de paja y una ventanita en lo más alto de la pared, donde de noche la luz clara de luna se proyectaba sobre el piso de la celda y, ya que estaba, invadido por la nostalgia uno de los abuelos de Arnau se ponía a rememorar sus años de chico cándido correteando por la masía de su padre, trabajando la tierra, yendo a la escuela para ser un hombre de bien y, los domingos en Barcelona, habiendo viajado un día a caballo, desde Lleida, se veía entrando a la tienda de las golosinas. La gloria. Con tantos chuches se le hacían los ojos como platos, al chavalín abuelo de Arnau. Compraba una enorme paleta de fresa y se iba a corretear por la incipiente plaza Catalunya, entre las palomas. Cuando las palomas eran guays, por supuesto. Es decir, hace mucho tiempo. Porque ahora no me parecen más que una bola de parásitos con alas que no lo dejan sentarse a uno en su banca preferida cada vez que va con su libro a leer, sintiéndose de lo más culto. 



Pero no nos apartemos del tema. Los recuerdos despiertan la nostalgia en uno de los abuelos de Arnau y así se lamenta: “mala sort la meva, noi, quina mala sort”.  Y, como lo escucha parlar en catalán, el carcelero va y le cruza la cara con un certero puñetazo. Tremendo hijo de puta, el carcelero. Y más todavía el Gran Hermano de Franco, que se lo ordena desde algún lejano frente de guerra. Afortunadamente los abuelos de Arnau (que por entonces eran amigos y no sabían que sus hijos se casarían y engendrarían a su nieto) logran escaparse de la celda una noche, producto de un plan elaboradísimo que entre otras cosas incluyó ganarse a las mujeres de los guardias y agenciarse con serruchos, martillos y cinceles camuflados en sendas tartas de manzana y calabaza que las catoliquísimas mujeres les ofrecieron por caridad. No. Eso sí que no te lo creo, chico. Pero qué va. Seguro que los abuelos de Arnau les dieron trámite. Si sabes lo que quiero decir. Eran un par de pícaros. Aunque no sé cómo, la verdad, porque esa parte, y la del viaje de retorno a la querida Catalunya, es de lo más oscura e imprecisa. El abuelo de Arnau no me lo quiso contar, malvado. Me dijo: “Peruanito (con cariño) hi ha coses que me les portaré a la meva tomba”. Y allí se jodió mi novela. Yo creo que en el fondo no me quiso ceder los derechos, especialmente cuando supo que más que comprarlos, yo los quería en calidad de préstamo. Y Arnau me dijo: pero si tengo al otro abuelo. Y yo le digo: tío, que el otro tiene Alzheimer. Me tiré cuatro visitas de dos horas en el geriátrico, en plan García Márquez, y al final no le saqué más que disparates. Y luego de un mes voy y le digo a mi colega: Arnau, pero aún puedo escribir la novela con tu nombre. Sólo saca de la caja fuerte las memorias inéditas de tu abuelo. Y el maldito de Arnau que va y no me contesta el correo electrónico y una semana después sube al facebook fotos de sus vacaciones en Bruselas con un montón de gente guay. Sangre, sudor y lágrimas, tachando, claro, la primera y última palabra y dejando bien recalcada la de en medio. Sudor. Qué bestia Arnau para bailar con esa chica recontra uff en sus fotos del facebook. Debía hacer muchísimo calor. Sudor, sudor, sudor, sudor. Oye y si algún día te visitan en la ciudad, porfa, diles lo que no dicen los libros turísticos de Barcelona. Diles que en las Ramblas hay carteristas, tío. Que a los pobres guiris esto nadie se los cuenta. Benditas guías. Y luego se tienen que pasar media mañana en una comisaría del casco antiguo sentando una denuncia de robo, mitad en inglés, mitad en español. Como éstas que están a mi lado, por ejemplo, esperando el metro como yo. Seguro que tampoco nadie se los ha dicho. Y eso que se ven de lo más simpáticas.
-Excuse me, sweetheart. Has anyone told you that there are thieves in las Ramblas?

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viernes, 7 de octubre de 2011

Concurso fotográfico PUCP: gana el que tiene más amigos (¬¬)





Creo esta entrada con "ánimus exponendi", no vayan a pensar que es una queja. Sólo quiero colgar las dos fotos ganadoras de un concurso de fotografía en el que participé, y la foto que presenté (la de arriba), a ver si logran adivinar mi opinión.
Y aquí vienen:

*Redoble de tambores*

¡Primer Puesto!


Un venado-maravilla PUCP.


¡Segundo Puesto!


Oh, otro venado-maravilla PUCP.

Comentario sutil: ¿Me pregunto qué número tendrán esos venados? ¿15029 ó 12304?
Dato útil para interpretar el comentario sutil: los venados llevan en la oreja un pin con un número único.

Ya ya...comentario quejiche: si van a tomarle foto a algo que abunda en la PUCP y es muy fácil de fotografiar, al menos preocúpense por hacer una buena toma, digo, digo xD...
.
.
.
Aquí el enlace de las fotos que participaron en el concurso (y que no dudo que hay mejores que la mía):

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miércoles, 5 de octubre de 2011

Deseo reprimido realizado 2: quidditch!!

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lunes, 3 de octubre de 2011

cuaderno


Antes de que venga nadie termino de escribir mi diario. Me gusta registrar cada día en la quietud de mi habitación, en silencio y oscuridad, que es cuando mejor me salen las palabras. Así, aunque haya poco que contar, me extiendo en reflexiones y divago hasta que lleno un buen número de páginas. Tantas que este cuaderno está a punto de acabarse. Y cuando lo haga, no sé donde lo dejaré. Tengo tantos que se me pierden. Aparecen y desaparecen debajo de los cojines del sofá en el salón, detrás de una repisa en la cocina, en el desván, en una caja llena de telarañas, tengo muchos, algunos están a salvo en la biblioteca, otros nunca los volví a ver, un par me los robaron y al cabo de una semana aparecieron deshojados y arrugados, deslomados, sucios y esparcidos frente a mi puerta. Me gusta pensar que fue Elena. Me excita muchísimo imaginarla sujetando mis cuadernos, con sus ojos seductores metidos en mis páginas, susurrando cada palabra; aunque luego siempre termino por descartar la idea. Sea como sea no conozco a nadie que lea en inglés, que es el idioma en el que escribo. Escribo en inglés para que nadie me lea. Al fin y al cabo, un diario es un diario. Personal.

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jueves, 29 de septiembre de 2011

Cosas que te pasan (o no) si estás vivo


1. Es de mañana y entras a ducharte. ¡Qué chévere!...agua caliente...

2. A la media hora te dispones a salir y reparas en que no trajiste la toalla (!!!).

3. Sin más remedio, decides salir desnudo hasta tu cuarto, total, está a 4 pasos y en la mañana no hay nadie en el corredor.

4. Cuando estás a punto de hacerla linda, la señora de la pensión aparece con el carpintero, la chica depre-histérica que se siente por las noches deja de llorar al verte, y al médico de a lado se le quita el hipo. Mieeerr...¡encima se te caen las llaves!

5. Regresas al baño corriendo, cierras la puerta y te matas de risa. No entiendes por qué te ries.

- Ridículo u.u-

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martes, 27 de septiembre de 2011

Santa Susana 369

Terminó de trapear el cuarto y se sentó a ver el piso relucir. Por zonas podía ver la imperfección de su trabajo, las marcas de sus zapatos marrones pegadas a la luz-reflejo del suelo. Si no fuera por la lumbre blanca del foco, ahora estaría en penumbra. Lima era una ciudad opaca, donde los días soleados se apuntan con alegría en el calendario, y las horas son sólo un recuerdo aciago de que el día está por morir. Por fin se había acostumbrado a su nueva vida, vivir lejos del Trujillo que lo vio crecer y que guarda en sus calles, sombras, plazas, el registro de sus amores y penas. Estaba en otra ciudad que se abría paulatinamente a su mirada, aventurándose hasta donde el dinero le alcanzaba.
Sentado en la cama, sobre la manta de su enamorada, se sintió completo. De pronto, sintió miedo, pero se aferró tiernamente a la idea de que era feliz y no importó nada más.

Había aprendido a vivir el presente en una ciudad donde no tenía recuerdos.

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domingo, 28 de agosto de 2011

Barranco nunca duerme


El día anterior nos aventuramos a ir a Miraflores, con un croquis sacado de google map (aporte de Liz, Miss ubicación xD) y puntos claves en la memoria (está de más decir de quién era la memoria xD). Fuimos en busca de las entradas de Francois Peglau, un día antes del concierto. El lugar donde las vendían era una galería angosta y surtida de colores, custodiada por dos perros enormes que ladraban cuando los acariciabas. Recién se habían vendido 215 entradas. Esta vez mi pesimismo no ganó, por suerte, justo un día antes del concierto conseguimos entradas y aún sobraban el doble de lo que se había vendido, pero bueno, mejor (no iría mucha gente).
Esa tarde, la del día del concierto, dormimos un montón, y creo que ese fue el problema, despertamos con los cuerpos molidos, asustados por la hora: Para llegar a Miraflores era algo de 40 minutos, y de ahí a Barranco quién sabría, nosotros no. Nos privamos de la cena (en realidad cenamos sólo 2 panes con mantequilla y leche anchor, anchor xD) y fuimos a la Noche de Barranco.

En el bus a Barranco:

- Liz, éste ya es Barranco.
- Ah sí, ya...¡mira esa chica va a bajarse!, seguro que también va -y examinó su vestimenta-. Sí, sigámosla.
- Ya. Bajemos.

Seguimos a la chica algo de dos o tres cuadras, hasta que en una esquina se detuvo intempestivamente y por poco chocamos con ella. Pasamos de frente.

- Creo que no iba a la Noche.
- ¿¿Tú crees?? -soltó Liz irónicamente.
- Pos sí -haciéndome el tarado xD.
- Mejor preguntar.

Nos indicaron que debíamos volver todo lo que habíamos caminado, voltear a la derecha, de frente hasta el final, ahí estaría la Noche. Y la estuvo, con Yushimi, Kanaku y el Tigre, y Francois Peglau. Chéevere:




Yushimi



Kanaku y el Tigre (no encontré videos =()

Y Francois Peglau:



Ahora sí: el video que Liz grabó: sale descuadradazo, pero tiene buena imagen (para que vean lo cerca que estuvimos), ah, también está incompleto (youtube maldito que lo recortó y da pereza volver a subirlo).



Después del concierto nos atragantamos con unos tequeños buenazos =P.
Barranco nunca duerme.
En el camino de regreso vimos a un maníaco que no paraba de sacarse la barba con una pinza compulsivamente.

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miércoles, 17 de agosto de 2011

Río, río verde - Me río xD.

Como cada año, el cover del año (? xD). La visita a Trujillo sólo nos alcanzó para grabar un tema, Río verde, dos horas antes de mi partida. Como siempre, ahí dándole con ganas y mucha convicción, Vicuña's band: Nádrojspin a la guitarra (y quejándose), Tavoclan con la maraca (y la voz de ópera xD), y Wingertale (o sea yo) tratando de ser más espontáneo (disque xD).
Eh...por favor, no denuncien este video en Youtube xD.

Disfruten (?)





Si tienen suerte(?), sacaremos el tercer single este año (ojalá =/). xD.

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sábado, 13 de agosto de 2011

The second single: Liz =)




Letra: Wingerr
Acordes: Tavo (ex integrante del blog xD)
Melodía: Nádroj
Voces: Grupo Vicuña xD.
Musa inspiradora de Wingerr: Liz =).

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lunes, 11 de julio de 2011

A hurtadillas

Salí de clase y me dirigí a un teléfono:


- Amor, ya voy a verte, espérame.

En realidad me encontraba a cinco metros de su cuarto, pero caminé en otra dirección. Paseé por calles oscuras, callejones poco transitados, un parque, otro parque, y llegué a la casa del día anterior. La rosa rosada seguía sola en medio de rosas rojas, altanera, perfumando la noche. Sin embargo, ahí también estaba el vigilante, sentado en una silla de plástico, conversando con un vecino. El vigilante era viejo, seguramente ni podía correr, pero su sola presencia emanaba autoridad al fondo de la calle, y bastaba dos silbidos para que los vecinos de al frente se echen a mi caza. Indeciso, me hice el que llamaba por celular mientras vigilaba el escenario. El día anterior había estado con Liz sentados en un muro cercano, mientras nos protegíamos del frío. En plan de broma le había prometido que volvería a ese lugar, a hurtar dicha rosa. Y ahí estaba, marcando mi celular, sin animarme. Mentalmente contaba hasta tres, llegaba a tres y me lamentaba. Cuando estuve a punto de lanzarme, dos señoritas pasaron por mi costado y se metieron a la casa. Otra vez me quedé parado en la vereda. Ya habían pasado quince minutos y empezaba a desesperarme, Liz me esperaba.
Me metí al jardín y miré de nuevo al vigilante, me pareció que me seguía con la mirada. Para disimular empecé a fotografiar la rosa y a eliminar una y otra vez la misma foto borrosa. Hasta que me cansé. "Caracho, ya qué mas da". Agarré con fuerza el tallo de la flor y las espinas se deshicieron en mi mano. La rosa se desprendió y empecé a correr despavorido. Corrí por calles, atravesé el parque, me volví loco con los silbidos en la cabeza... y seguí corriendo. Cuando me encontré en la calle de Liz aminoré la marcha. Llegué a su pensión, la llamé a su balcón, mientras todo el mundo me observaba victorioso.
Lo demás es privado (xD).

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sábado, 18 de junio de 2011

Before the dragon wakes up

 
Letra:


Déjame decirte a dónde vas, vengo de adelante de más allá.
Antes de leer bien las estrellas, esta noche estás tan bella que no entiendo la señal.

Déjame contarte cómo soy, no quiero ocultar mi corazón
puedo confesarte en un segundo que besarte nos aparta del camino y es peor.

Mientras tanto mi vida se va, y no creo que pueda llegar
esta vieja pasión fermentó en el árbol y no debes recogerla ya, y no debes recogerla ya.

Déjame decirte que no estoy, en ese recuerdo del salón
yo aparecí más tarde, en la verbena de aquel martes, era el niño al que dijiste: hoy no hay amor.

Antes de entender mi soledad, quiero compartir una verdad
que eres la más guapa y esta mano no te atrapa, eres rauda y caminas sin cesar

Y antes de perder el corazón, decidí que no camino más
que tus lágrimas son poca compensación, y no puedes reparame ya, y no puedes repararme ya

Y antes de despertar al dragón, quiero alejarme de tu ciudad
que no quiero prenderle fuego a tu mamá, solamente te quiero olvidar, solamente te quiero olvidar

Mañana estarás mucho mejor, guarda estos minutos por favor
Lo he escuhado varias veces, no eres nada si no creces, y por eso no te digo a dónde voy

Sin embargo después del dolor haz la andadura hacia el mar
en las tardes ponientes, mientras el sol desciende, no me dirás que se sienten mal

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martes, 14 de junio de 2011

Casados

-Amor -le dijo él-, mira: tengo un dedo índice 2 centímetros más largo que el otro. ¡Soy un amorfo!


Sin dejar de leer su revista, ella replicó:


-Amor, no te preocupes. Eres amorfo pero por razones menos cojudas que ésa.


Y le enseñó su retrato:

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lunes, 13 de junio de 2011

VI


Y de pronto, Wingerr se dio cuenta que el tiempo había pasado. Miró a su alrededor y fue feliz: ella seguía a su lado.

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domingo, 12 de junio de 2011

Carta Pública a Wingersoul

Barcelona, 13 de Junio de 2011.

Hey, es la segunda vez que empiezo esta carta, wingerspark, movido por la conversación que tuvimos más temprano pero que no puedo mencionar en ninguna parte. No dijiste nada sobre referenciarla, así que lo hago, además, total. Nadie sabe de lo que hablamos. Dar vueltas sobre el asunto no puede más que despertar la curiosidad de los imposibles lectores. Apreciados e imposibles lectores, no se sientan ofendidos, por favor. Pero nos encanta la lucidez y decir las cosas en esos momentos.

Y me di cuenta de que esos diez días serían una especie de hello goodbye. Déjame decirte que tienen todo el potencial para ser la antesala de un enorme paréntesis. Y esto me hace pensar en la vida que tenemos y que la mía pegó un salto que la llevó lejos, y que la tuya también, pero a su manera. Y es difícil poder comprender, ya sabes, en qué consisten todos estos cambios, porque hace tiempo que dejamos de vivir lo mismo, o en lo mismo.

Estas vacaciones están empezando, Wingerflan, y son como medias pantis negras. Medias pantis negras, de ese color específicamente porque así se me hacen más sensuales, misteriosas, incansables e inagotables. Sí pues, Wingerclash. Te estoy robando la metáfora, jeje. No sabes las cosas que planeo, o te haces una idea. El caso es que la bofetada no llega, y no la estoy pidiendo (esto de la bofetada no sé si lo comprendas). En todo caso es hora de, ya sabes, juntar el corazón en un solo sitio. Sin llamar al olvido, pero propiciándolo peligrosamente. Yo también quiero abrir una puerta y que esta salga disparada al contacto con mi mano.

Me da la sensación, como que siempre la he tenido y más últimamente, de que pasarás por un montón de cosas. Ya sabes, el perfil ése que me daba tan envidia absurda, jaja. Sólo ruego para que no sea a ningún precio impagable. El éxito a veces puede ser un poco caro. En esa línea, mejor te deseo una vida monse, pero feliz y tranquila, llena de sentido. Me deseo una vida monse, feliz y tranquila, pero llena de sentido. ¿No es ésa la mejor vida que puede haber?

No te robaré la metáfora de las perlas esparcidas al azar. Me gusta creer todavía que la felicidad puede ser un trago largo y dulce que dure hasta el final de nuestros días, pero que mientras la buscamos, a veces nos llega en forma de gotitas grandes y gruesas que caen sobre nuestra lengua.

Me despido escuchando Hold me tigh que es la canción que me ha acompañado todo este rato. No está mal. Es una buena canción para pensar y escribir. Dedicaré lo que queda de noche a dormir, para sacudirme estas horas de una buena vez. Mañana iré a la uni a ver un par de cosas. Ojalá que sea un viaje de provecho. Nos estamos viendo, Wingersalt, de cuando en cuando hay que cruzar el charco, aunque sea ayudados por las palabras, que nunca es poco.
Nádroj

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Había una vez un cielo sobre la tierra en el que volaban las almas de camino hacia una montaña donde bien al fondo había una cueva tan oscura que ensordecía cualquier tipo de sentimientos. Se decía que las almas buscaban una especie de amuleto en la oscuridad, aunque tristemente todas caían en el olvido una vez que se internaban en las entrañas de la montaña. Una montaña que en el folclore humano nunca se llegó a mencionar. Nunca se la refirió en ningún tratado chino de filosofía y eso ya es decir mucho.

Había una vez una tierra bajo el cielo y en los caminos de la tierra muchos hombres en motocicletas surcando el descampado que había entre dos cordilleras separadas entre sí por miles de kilómetros.
En una cordillera vivían los hombres oscuros que gustaban de los pensamientos tristes y de reflexiones que al final del día entristecían al corazón más fuerte. Estos hombres comían ratas y legumbres raquíticas que arrancaban de sus tierras fangosas. Sus hijos eran sombras que correteaban entre los innumerables caminos que unas manos tallaron en las laderas.
En la otra cordillera vivían los hombres iluminados, unos seres que charlaban verdades todo el día y solo cenaban gansos y naranjas y moras que recogían del camino. Estos hombres mataban con una sonrisa al corazón más triste. No contagiaban la felicidad de ninguna manera. Todo el mundo sabe que los corazones tristes no tienen reparo, solo muchas formas de morir.

Las motociclistas iban y venían de un lado a otro, no bien la suerte les señalaba la primera montaña, daban media vuelta y se dirigían a la contraria y así.
Una vez un periodista les preguntó: "¿Oiga y por qué no se decide por una cordillera de una buena vez?" Y el motociclista, un hombre con la cara marcada de suciedad, respondía que naturalmente más hermoso es el camino que la meta. Además, decía, si vamos al este, los hombres oscuros nos entristecerán el corazón. Y si vamos al oeste, los hombre luminosos nos matarán el corazón.

"No nos queda más remedio que seguir viviendo el camino, amándonos entre nosotros de la manera más imperfecta que existe".

Es tan triste ser humano, concluyó el periodista. El motociclista asintió. Ojalá todo mejore con la muerte, desearon. Justo entonces sus almas cayeron en un vacío eterno donde no había forma de sentir nada. Si tan solo alguien encontrara el amuleto.

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jueves, 9 de junio de 2011

Marina Mora



 

Un cover de Habichuela

Lyrics:

Estas cuatro palabras también dicen Roma y mora
También no me acuerdo la última que dice... ¿así?, 
pero más, mucho más, me gustas tú que las moras en Roma,
amor, así, yo te amo más que a Roma y a mora, 
Marina, Marina, Marina Mora.

Amor, amor, ¿crees que en Roma tendría un romance como el que yo concibo?
Estoy teniendo en cuenta que nunca había sentido nada por otra así, 
nada por otra así...

(parte calle 13)
Aún en roma, recuerdo tus moras, jugosas, deliciosas, 
sabiendo a pulpin de moras con su cajita me enamoras
y no me digas que esto no funciona, yo te dejo en Roma, ay Marina, Marina Mora, 
eres una apisonadora, mi lucecita de la aurora.

Amor, yo recuerdo tu dulce de mora, mi amor, 
es un amor tan bello que mora en el amor de Dios
Oh amor, esa noche que vivimos en Roma, amor, amor, nadie mora aquí en mi corazón
como tú, como tú....
Amor amor de mora, mi amor, tus ojos me enamoran....
amor, amor, nadie me hace hora como tú en Roma y aquí, aquí.

Nadie más que tú, nadie como tú puede mirar en mi alma, en lo profundo de mi corazón
Nadie más que tú, nadie más que tú puede cavar en mi alma, para encontrarle una solución.

(parte calle 13)
Aún en roma, recuerdo tus moras, jugosas, deliciosas, 
sabiendo a pulpin de moras con su cajita me enamoras
y no me digas que esto no funciona, yo te dejo en Roma, ay Marina, Marina Mora, 
eres una apisonadora, mi lucecita de la aurora.

Nadie más que tú, nadie como tú puede mirar en mi alma, en lo profundo de mi corazón
Nadie más que tú, nadie más que tú puede cavar en mi alma, para encontrarle una solución.

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lunes, 6 de junio de 2011

¿Un champancito, hermanito?

Título de la entrada en alusión a un sesudo artículo escrito por MVLL donde el tipo se devana los sesos dándoles vueltas a la facilidad que sus compatriotas tenemos para la huachafería.





Ella tenía unos ojos azules para morirse y un misterioso gin tonic en la mano derecha, en alto, como respirando. ¿Los gin tonic también respiran o eso sólo es con el vino? No lo sabía, pero el caso es que esa bebida seguía bien alta, de lo más interesante e insolentona. ¿Cómo un gin tonic en alto puede resultar tan ofensivo? A saber. Era algo que no terminaba de descubrir, aunque sospechaba que en ello algo tenían que ver los ojos azul caribe para morirse de aquella chica. Morirse literalmente, y ahogado para colmo. Digamos que le daban muchas ganas de que fuera domingo y él dispusiera de un botecito blanco en el que salir a remar y perderse en esos encantadores ojos caribe, a muchos metros de la costa, bien lejos de España. Aunque el mediterráneo tiene mucho de azul, pero manchosito. Se ve desde el avión: un azul inmenso mancillado por formas oscuras que subyacen sobre la arena, oscureciendo la superficie marina hasta niveles desilusionantes. Por eso el símil de sus ojos no procedía con el mediterráneo.


Ella le dijo: “Me lo preparé con ginebra Bombay Sapphire, ¿sabes?”. En su mente, bien peruano, él contestó: A la mierda. Como diciendo: “No tengo idea de qué se le responde a eso”. Así que, sin tener otra opción, procedió a fastidiarlo todo: “Lo cierto es que de cerveza nunca he pasado en toda mi vida, Marta”. Y como si no hubiera sido suficiente, añadió: "En Perú hay gente que nace y muere sin haber probado en toda su vida un solo gin tonic, es más, sin siquiera haber tenido uno en cien metros a la redonda".

Pero mentira, eso de que de cerveza nunca había pasado. Sucia mentira. Bien que muchas veces se había volado la cabeza a base de tanto beber vino de cartón Don Gato, llegando incluso hasta el punto de ponerse a bailar solo. Varias veces su cuerpo convaleciente, tras la vomitada respectiva, le había dicho: “Con el vino Don Gato no se juega, mi cholo”. Tremenda basura el vino de cartón. De lo más vulgar que uno puede concebir, además del cañazo, pero eso es en Perú, y con el cañazo no te metas.

Marta le sonrió eternamente, y sus ojos marinos le dijeron: “No me he ido como alma que espanta la simplonería, nada más porque tienes un buen puñado de cosas que me encantan”. Y se quedó allí con él, amándolo mientras le explicaba, peruano idiota, en qué consiste un gin tonic y qué rayos es un Bombay Sapphire (marca cara de ginebra).

Y en vez de callarse, él dijo: “¿Marta, no te parece un poquitín huachafo ponerle Bombay Sapphire a una marca de ginebra?”.

La chica le respondió maternalmente que en realidad ése era un nombre divino. Y él asintió para siempre, ignorándolo todo sobre los misteriosos mecanismos del buen gusto.
Idiota.

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domingo, 5 de junio de 2011

Nuestro corresponsal en Barcelona graba un reportaje para el blog

Mentiraaaa.... pero sí que grabé un reportaje. La verdad es que con este trabajo redescubrí una de las cosas bonitas por las que elegí periodismo: contar historias. Hacerlo sin poder inventarme nada, claro, pero aún así: relatar casos y mostrarlos. Es una  de las cosas de la carrera por las que sentirse afortunado. Claro que como periodista uno no podrá forrarse de plata. Pero al filmar reportajes como éste me dan ganas de seguir misio  pero haciendo un trabajo chévere, con el que pueda entender mejor, con mis limitaciones, algunas de las cosas que tenemos los seres humanos.

Hace cinco años, en Trujillo, nunca me habría imaginado entrevistando a un chica Pakistaní, enterándome de su vida y aprendiendo a valorarla y entenderla como ser humano. Hace cinco años, mi comprensión de la compleja dimensión de las diferentes comunidades que hay en el mundo era más pequeña, nula, hoy sigue siéndolo, pero un poquito menos.
Hoy sé que muchas cosas nos pueden separar, distanciar, detalles como la religión, la filosofía, la política, la economía, pero compartimos muchas otras. Es más, las cosas que compartimos son abrumadoramente superiores a las cosas que nos separan.
Saher es una chica encantadora, visitante, como yo, en una ciudad que no es la suya. Mirar su historia me ha servido para conocerla y conocerme, para asombrarme y entender.

Es la primera vez que hacemos un reportaje, los de mi grupo, y hemos hecho uno bien bacán, para ser primerizos, jeje. Si han llegado hasta este punto de mi breve discurrir de ideas, solo me queda decirles que aquí está: disfrútenlo.

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sábado, 4 de junio de 2011

Yo no voto por Fujimori

El día Miércoles 01 de Junio fue el cierre de campaña de Keiko Fujimori en la ciudad de Trujillo. El mitin se llevó a cabo en la plaza de armas, con el tabladillo ubicado al frente del BCR. Aunque claro, no tenía pensado ir. No apoyo a Fujimori. No apoyo a Ollanta Humala. Pero sí defiendo los derechos humanos. Y precisamente por eso terminé apareciéndome por la plaza de armas, motivado por lo que me había enterado: un grupo de familiares de víctimas de la época del fujimorismo iba a realizar una protesta simbólica. Y aunque confieso que si no hubiera estado con personas más motivadas que yo no hubiera ido, ya cuando me encontré en medio del grupo que gritaba y hacía recordar los estragos que dejó el gobierno de Alberto Fujimori, supe que era el lugar correcto donde debía estar y por primera vez en mi vida sentí la emoción de gritar lo que se piensa y lo que se cree.

Es cierto que la mayoría de personas protestaban en contra del fujimorismo, pues esa era la consigna; sin embargo, no había uno que otro que gritaba apoyando a Ollanta Humala e incitaba a los demás a que lo siguieran, y es cierto, por unos segundos los demás caían en el juego y se encontraban gritando a favor de ese candidato (claro que yo callaba de inmediato), pero de pronto alguien se acordaba y llamaba la atención, y de nuevo, a gritar en voz a cuello.

Me imagino que a Keiko le debió importar un bledo que un grupo de personas (muy reducido en comparación a los simpatizantes de Fujimori) hiciera esa protesta, sobre todo si sólo se concentraba a prometer proyectos que en mi entender me parecen muy populistas, o se dedicaba a mirar el video que proyectaron de ella y su cónyuge bailando marinera (completamente fuera de sitio). Pero la protesta continuó aún cuando ella se retiró, aunque estoy seguro que ni miró lo que hacíamos, muy acostumbrada a apartar la vista.

El momento impactante, diría que hasta conmovedor, fue cuando tres hombres se pusieron de pie, semidesnudos y envueltos con carteles de papel que hacían llamado a la dignidad y a la memoria. Después apareció la muerte: una mujer vestida de negro, calavérica, que danzaba suavemente mientras se deslizaba, los rodeaba, y los hacía caer. Todos miraban alrededor, haciendo un círculo, sentados en el pavimento, recordando a las víctimas del fujimorismo. Se prendieron velas y se las colocó en medio de los cuerpos, encima de pósteres con imágenes de Alberto Fujimori, el rostro de Keiko, y una rata china.

Estuve un momento más, gritando, tomando fotos; pero luego me retiré, cuando simpatizantes de Keiko comenzaron a tirar botellazos. Tenía que pensar en el bienestar de mi enamorada, y además, cargaba mi laptop conmigo. Ya después, al día siguiente, una amiga me mostró las fotos de lo que pasó después, y resulta que los tres hombres que yo había dejado tirados en el suelo, terminaron levantándose, poniéndose de pie, y fueron liberados de la capa de plástico que les impedía moverse, y levantaron el cartel que llevaban en el pecho, como si expresaran lo que tenían dentro: “Por un Perú digno y hermoso”, “Por la dignidad y la memoria”. Era un llamado a recordar, a evocar a las víctimas que ahora nos advertían. Era un llamado a la conciencia.

Yo no voto por Fujimori.

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