domingo, 5 de septiembre de 2010

El hombre de la sustancia maleable (II)


Siempre que el hombre la volvía a ver, su sustancia le sonreía a lo lejos, cómplice. Todos los días dedicaba un tiempo a contemplar la escena y se volvía tranquilo a su casa, incompleto. Todos los días, hasta que ella se dio cuenta. Cuando ella se dio cuenta, curiosa, agarró la sustancia con las dos manos, y se la envolvió como bufanda, emocionada, pasaba las horas dándole forma a su antojo: un sombrero, una sandalia, un llavero de perro; y en cada forma que la sustancia adoptaba, la cajita a lo lejos sonaba de dolor. Auch, auch. Sonaba y aullaba. Todas las noches, el hombre escuchaba los lamentos y perdía el sueño. Todas las noches, la sustancia se quejaba y hacía eco en la cajita.

Hasta que no pudo más. Se dirigió a ella y le exigió. Le exigió su sustancia, que sufría y sufría en sus manos sudorosas. Pero ella sonrió y le besó en la frente como si fuera un enfermo, y le ofreció, de vuelta, con todo corazón, en bandeja, su sustancia pálida. El hombre la tomó entre sus manos, y la sustancia se escurrió, la sostuvo, y cayó en ella, una y otra vez, se diluía entre sus dedos. El hombre luchaba por mantenerla, y la sustancia que, tristísima, se aferraba a ella. Después de varios intentos, la muchacha, cansada, comenzó a caminar, empezó a alejarse sin decir otra palabra. Y el hombre empezó a correr tras ella, el hombre se esforzaba en demasía; pero la muchacha era más ágil, más agraciada, y el viento la levantaba y la hacía flotar; y él, tan vacío, se hundía y se hundía, con cada paso en la tierra. Terminó tendido en el suelo, de bruces, mientras escuchaba en su cajita, a la sustancia triste y confundida.

Volvió a su casa y no quiso salir.
Días, semanas, meses, se escondía de la sustancia que lo llamaba a lo lejos. Empezó a odiarla. ¿Para qué me llamas, si no me haces caso? ¡Calla! ¡Cállate! Enloqueció. El hombre desesperado corrió al bosque y empezó a recoger madera, por aquí y por allá, cortó ramas, cortezas, y hojas secas; y las unió, las pegó, y las dejó secar al sol. Cuando estuvo lista, selló la cajita en su pecho y esperó. Esperó...¡el ruido se había ido! La sustancia no se escuchaba más. Fue feliz. Salió de nuevo y respiró el aire fresco, el cielo que seguía siendo azul, el pasto verde que le escocía los talones y le irritaba.
..............
Continuaba.

6 comentarios:

Adnil dijo...

Está chvr! jaja qué imaginación, mm.. se volvió loco? :S toy algo traumada con los loquitos! ya postearé algo de eso...
y la sustancia lo siguió llamando o ya no?
porque la sustancia no se deshace así nada más, por eso es "sustancia"..o_o
jaja ya me entreveré yo solita :P
tuvo chvr la narración y la creatividad!
Saludos!

steýfer dijo...

Las unió?, las pegó? cómo pegas hojas secas y cortezas y ramas, y demás? Muy interesante, terminará con la muerte del hombre o con el final de la sustancia¿? Que sustancia tan masoquista!!

wingerr dijo...

Adnil: Jajajaja...me has dado risa:

"porque la sustancia no se deshace así nada más, por eso es "sustancia"...o_o"

xDD esa cara, te imaginé razonando y confundiéndote, yendo por lugares inexplorados y de pronto, cuando ya estabas en el meollo del asunto, zas! decidiste no pensar más xD. A veces pasa xD. Gracias por el comentario =).

Steýfer: Se te olvidó otra pgta? ¬¬ xD jaja...Terminaba...mm..a pesar de que ya no publicaré la continuación, no quiero decir el final, así que aguántate xD.

Saludos!

steýfer dijo...

oie qué? no se vale! presentaré un recurso de reconsideración! no es justo que me dejes así! no se vale!(uy, ya lo dije), pero es uqe no se vale!!!

Wingerr dijo...

Ya no te quejes Steýfer, que ya te pasé el final por msn xD. Listo, solucionado xD.

steýfer dijo...

Ok Wingerr, no me quejaré más, y pa que veas que no me quejo, me desisto de mi recurso de reconsideración.
¡Saludos errantes!

 
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