Se levantó tarde, más tarde de lo normal, y descartó ya de por sí estudiar Derecho por la mañana. Tenía que comprar el libro Tokio Blues y para eso sólo le quedaba ir hasta Crisol y rogar por su descuento, sí, los cinco soles menos que resultaron ser, gracias a la membresía del Club del Libro. Cuando de pronto, se encontró con Bryce, sí, Alfredo, sentadito en una mesa circular, su vaso de vidrio transparente con agua diáfana, y sus cachetes redondos y rojos, por no mencionar a su habitual tweed. Ahí se encontraba, él y una colita modesta de jóvenes oportunos, no como él, que se olvidó por completo que firmaría libros. No pudo más que quedarse mirando, anonadado, a uno de los gordos. ¡Bryce! Le gritaban desde su pecho, mientras su mente no comprendía por qué tanto alboroto, si era un viejecito de sonrisa alegre aunque algo artificial. Algo le decía que todo era artificial, esa forma de bajar los cachetes cuando esperaba por una foto, como si quisiera huir, como si el rostro le pesara. En fin, el pecho pudo más y se dejó llevar, y fue precisamente por eso que no compró un libro para que le autografiase, no, él recordó a Julius, su libro, y se empecinó a resignarse. Su libro, el que había leído, las hojas amarillas que tanto había cuidado y ojeado, era el único que merecía una firma, no cualquiera al alcance de la mano. Muy tímido y lento se acercó a la promotora y le preguntó, lo más educado que pudo. Y sí, le respondieron que Bryce se presentaba esa misma noche, y sí, que se llevara a Julius, con toda confianza. Así que cuando llegó a "Los Corregidores", se sentó en la primera fila de los asientos no reservados (los reservados fueron ocupados una hora después, por mujeres de cabello pintado claro, delgadas y blancas, con sus esposos altos, canosos, blancos, y uno que otro obeso). Listo, ahora sí le firmarían a Julius, dos años después de cuando se negó a hacerlo, en la Feria del Libro, cuando se quedó tercero en la cola y la editora de"..." se llevó a Bryce al avión, lejos del Perú.
De repente, la presentación terminó y Bryce se puso de pie. Ningún anuncio por el micrófono. La gente, sin pensarlo, empezó a caminar hacia el frente, y Bryce que se enceguecía con los flashes, los pedidos, las habladurías en su oído.
Él no se quedó atrás, también corrió a verlo, a tomarle foto, a exigirle que le firmase a Julius, que se lo debía, que no se hiciera el loco.
Y así fue, sólo que no le dijo todo. Bordeó la muchedumbre por el lado izquierdo y se puso en su delante, tendiéndole la mano. Bryce sólo lo miró, tratando de aclarar su mente, y le estrechó la mano. No pudo más. Los reclamos se le olvidaron y sólo atinó a pedirle, entre tartamudeos, que le firmase el libro. "Lo siento, en la mañana ya firmé todos los libros". Fin. Se fue bajando las gradas y se metió en el primer taxi que le consiguieron, a continuar la borrachera que horas antes había empezado. Decepcionado, prefirió excusarlo y pensar que estaba cansado, que la edad, ¡y los flashes! Se retiró a su casa, a leer Tokio Blues: Naoko, Watanabe, Murakami. Norwegian Wood:
De repente, la presentación terminó y Bryce se puso de pie. Ningún anuncio por el micrófono. La gente, sin pensarlo, empezó a caminar hacia el frente, y Bryce que se enceguecía con los flashes, los pedidos, las habladurías en su oído.
Él no se quedó atrás, también corrió a verlo, a tomarle foto, a exigirle que le firmase a Julius, que se lo debía, que no se hiciera el loco.
Y así fue, sólo que no le dijo todo. Bordeó la muchedumbre por el lado izquierdo y se puso en su delante, tendiéndole la mano. Bryce sólo lo miró, tratando de aclarar su mente, y le estrechó la mano. No pudo más. Los reclamos se le olvidaron y sólo atinó a pedirle, entre tartamudeos, que le firmase el libro. "Lo siento, en la mañana ya firmé todos los libros". Fin. Se fue bajando las gradas y se metió en el primer taxi que le consiguieron, a continuar la borrachera que horas antes había empezado. Decepcionado, prefirió excusarlo y pensar que estaba cansado, que la edad, ¡y los flashes! Se retiró a su casa, a leer Tokio Blues: Naoko, Watanabe, Murakami. Norwegian Wood:
5 comentarios:
Hey bryce te hablo ... si alguien a quien admiro me hablara wow seria fantástico..., ya habrá otra oportunidad en que te firme el libro...
Bueno que haya podido cerca de quien admiras, pero si no firmo la primera vez, ni la segunda, tal vez no firme la tercera, ni niguna. De todas maneras sigue intentandolo!
No se pretendio ser cruel ¬¬
Fue una pena que no te firmara el libro amigo, pero ya volverá otra vez, o cuando te empieces a codear con él. No te preocupes. No creo que se muera todavía, tiempo sobrará!
Cuídate!
yo le hubiese insistido, creo!
Un Beso :D
KrN
Bueno por lo menos te estrecho la mano. Ya le tocara alguna vez a julio ser firmado, ojala que no pase mucho, no vaya a ser Bryce se muera...xD.. es que ultimamente mucha gente famosa se ha muerto.
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