He Traicionado Tu Amor (Los Chapillacs y Pascualillo Coronado, El Rey de la Carretera Central) by Descabellado Records
Camilita bailaba bien rico en la fiesta de su tío. Su tío Pocho que había comprado treinta cajas de cerveza pilsen y ahora reventaba su taller mecánico con un potente sonido estereofónico. Qué bonito santo, don Pocho, decía el aprendiz de mecánico, Ingercio, un quinceañero bien achorín. Claro pues hiiiijoo, hip, ¡¡y no va a serrr!!. Recontra legal su tono, patrón, y de los anticuchitos que le ha encargado a doña Melva huuyy, ni hablemos, y del pollito tampoco y ni de la chelita que nunca falta, todo bien legal oiga, más bien... ¿no me presenta usted a su sobrina? Pero don Pocho, ni baboso, se hizo el loco y se quitó por allí contoneando los hombritos al ritmo de la música, y con la sonrisita bigotona, como quien dice, a flor de piel. Movía también los piececitos con gracia y garbo criollo. Don Pocho se paseaba por su taller comprobando que no faltara nada y que los invitados la estuvieran pasando bien bacanchola. Por allí lo atajó el sobrino borracho, un treintañero perdedor, uno con una narizota que siempre lo precedía a donde quiera que iba. Lo jaloneó del cuello con el ímpetu de los alcoholizados.Tío, venga a tomar con sus hermanos a la oficina, venga, pues tío, estamos en un reventón. Arranca de acá, imbécil, ¿no ves que estoy bailando? arranca nomás, caray. Y le metió su chiquita por atrevido.
En un rincón, junto a un Datsun del 93 sin llantas, el aprendiz de mecánico, Ingercio, le metía letra a Camilita, que por cierto le iba un poco mayor. Veinte tenía la chibola, aunque parecía mucho menor, bajita y con cara de nena. Y así pes, flaquita, le decía mientras bailaban cumbia; tengo mi bochito, bien parado ah, cuando quieras te puedo llevar de paseo a comer tu papa rellena, vueltecita pasito adelante pasito atrás; tus picarones con su gaseosa, ah, lo que quieras tú nomás pide. Y ya si te pones exigente hasta te llevo a comer pizza. Despuntaaa, renacuajo, replicaba Camilita, caderita un, dos, pasito de costado y vueltita con harto sabor; a mi me llevas a La Taberna a comer mi pollo broster o nada. Para comer anticuchos de luca no necesito a un imberbe malandrín pululando a mi alrededor. Tiraba su diccionario la chibola. Ingercio hizo sus cálculos mentales mientras seguían bailando: gasolina más estacionamiento más un pollo broster más su inca cola y etc., etc. Puccha, ni que estuvieras tan buenota. Pero lo estaba.
En la oficina, el sobrino narizón lloriqueaba con el bobo aligerado por la cerveza. Y me metió un cochacho, tíos, escuchen, mi tío Pocho del alma; acá me dolió, acá. Y se señaló el pecho en la parte donde suponía que se encontraba su corazón. Yo siempre estoy allí, tío qué necesitas, qué te puedo ayudar, pero siempre me cancela... Y así lloraba frente a sus tíos mayores. Uno de ellos era gerente de la Backus en Virú. Otro tenía un grifo por San Pedro. No pues sobrino, ya, tú ya estás para irte a dormir. Y se fueron dejándolo solo en el sofá de la oficina, uno bien viejo y grasiento del cual nadie lo movería hasta el día siguiente, ya de noche, cuando el wachi que cuidaba el taller los domingos le dijera, ya pe soly, o te mueves o te muevo, ¿cómo es?
Bien rica sonaba la chicharra. Don Pocho ensayaba unos pasitos picaronescos con doña Melva que, entre tanto humo de la parrilla había decidido pegarse un bailongo antes de seguir asando tanta carne roja. Ahí, ahí, doña Melva. Pegaba sus brinquitos la mujer y don Pocho le meneaba los hombros, se caía de rodillitas y alzaba los brazos en el aire al ritmo de la música. Por allí hasta le metió break dance, chino y bigotudo de risa. Cuando acabó la canción, doña Melva dijo, ay, yo ya no estoy para estos trotes. Y se regresó a sus anticuchos.
La fiesta siguió hasta las cuatro de la mañana, cuando ya solo quedaban los más ebrios de los ebrios abrazados fraternalmente en unas feas bancas de madera. Y en el rincón de siempre, junto al viejo Datsun desmantelado, Ingercio se daba el lote con Camilita. Guapachosa, la chibola, pero de veras. Y el Ingercio más feo que el hambre. Mérito al valor, a la tenacidad y a esa fantástica resolución pirañona que ya quisieran otros imberbes.
viernes, 30 de diciembre de 2011
El tono (dale play)
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Me dejé el yogurt fuera de la refri
Te llamabas flor, y yo te dije: «Hace tanto sol, vamos para allá.
Los chicos en el parque ruedan una llanta y así van pasándola genial».
Si te vas yo ya no sabré hacerte regresar
y no creo que me puedas olvidar.
un curita, en la rodilla, en la rodilla.
Tu padre recelaba y a tu madre le encantaba verme bien
correctito y sin saber
que en el fondo me moría por besarte ya,
que quería que se fuera pronto a trabajar.
Y saltar sobre tu piel, y volar sobre tu ser y querernos creyendo que saldrá todo bien.
lunes, 28 de noviembre de 2011
La canción-test de Clarita
Clarita solía dar largos paseos por el Eixample barcelonés, particularmente en las tardes más frías y soleadas de diciembre, que era cuando las piernas se le entumecían y los pasos le salían tiesos y patosos, que era como le gustaba caminar.
Escondía el cuello debajo de una bufanda atigrada y, con las manos resguardadas en los bolsillos de la gruesa chaqueta marrón, se paseaba mirando los balcones de los edificios, los diseños de sus ventanas y algunas senyeras; aunque siempre agazapada en su mundo interior, un ático bien adornado con melodías y órdagos enredados en las vigas del techo, aunque abstracto, amoblado con un par de oscuros baúles, un catre enclenque sepultado bajo numerosas mantas tejidas y una ventana amplia que da a un cosmos negro e infinito, con su alféizar y su macetita de gardenia a punto de despeñarse.
Pensamientos tristes, tristes, y luego alegres, alegres. El ático cambiaba de iluminación con una rapidez impresionante, como el día y la noche acelerados en treinta segundos. Clarita padecía de un temperamento bipolar, pero uno de verdad, molesto e inoportuno, no como cuando alguien te suelta de broma: «Oye, hoy me siento muy bipolar, jaja». Imbécil.
-¿Qué te estás estudiando, caramelito? –le pregunta el trotador que, corriendo su sitio, la pesca bien instalada en una banca hermosa que hay en el paso de peatones de la Gran Vía.
-A bichos raros como tú, ¿por qué?
Si algo le activa la bipolaridad a Clarita es que la aborde un palurdo todo sudado y con los auriculares del ipod chillando una música hedionda.
Intercambian sonoros insultos y finalmente el afanador se aleja con el ego reducido y las piernas inusualmente rendidas.
Clarita lee Súper Pop; tiene la mirada fija en una fotografía de Edward, el vampiro, todo blanquiñoso y ceñudo, sacando morrito en plan ¿Quién podría estar más rico que yo? A su lado, la hermosa Bella se aferra con fuerza a su pecho, como si una jauría de hombres lobo los tuviera rodeados. Atrás, por último, se aprecia un bosque de altos y misteriosos pinos, cuyas afiladas cimas parecen querer pinchar a una redonda y enorme luna, que domina un cielo particularmente claro.
La joven, bipolarísima:
-Pero qué tal subnormal, ¿cómo es posible que las adolescentes caigan rendidas ante semejante mongoloide?
-Pero míralo, Clara, mujer… Tú y yo sabemos muy bien que adentro de esa boquita tuya se está gestando la esencia de una salivita simbólica.
-Ay, eso es porque me olvidé el bocadillo, y tan solo con recordarlo…
-Mentira, nena. Yo sé muy bien lo que se cuece allí dentro de ti, en lo más hondo. Yo sé que…
Pero llegó Habichuela.
Un chico flaco y con el pelo negro, aplastado debajo de un gorro andino tejido con lana gris, uno de cuyas largas orejeras colgaban unas bolas de felpa que le conferían un aire tan inofensivo que rallaba en lo absurdo.
Clarita le echó un vistazo apartando apenas los ojos de su revista. El lado accesible de su bipolaridad había ganado la partida, así que, momentáneamente, al muchacho nadie lo mandaría a la mierda sin despeinarse.
-Amiga, disculpa ¿sabes dónde queda plaza universidad?
Llevaba en las manos una caja no muy grande envuelta con papel de regalo rojo, un lazo y una tarjetita.
-No –mintió ella-, ven aquí, chico. Siéntate.
Desplazo su mochila de la banca para hacer un poco de espacio. El chico se encogió de hombros de una manera tan disimulada que nadie podría haberlo notado, acto seguido, se instaló al lado de la joven.
-¿Te gusta la buena música? –preguntó la muchacha, sacando su iphone 4 y unos auriculares blancos de diadema, de alta resolución.
-Hombre, como el que menos.
-A ver, escucha esta canción y dime qué tal… ¿cómo te llamas?
-Habichuela.
-Vale, Habichuela, toma.
El joven se las arregló para montarse los auriculares en los oídos sin tener que sacarse el gorro andino que tan perfectamente le iba a su look. La realidad era que tenía el cabello sin pasar por agua un buen puñado de días, básicamente por el frío y la ausencia de gas en casa.
Adentro de sus oídos un bajo y un teclado setentero empezaron a dar botes armónicos contra sus paredes acústicas. Al rato, se sumó la voz de un hombre y luego la de una mujer, cantando juntos y llenándolo todo con una sensación tibia que aunque entraba por sus oídos, bajaba hasta acumularse en su pecho como una enorme flor de largos pétalos.
Habichuela miró a la chica y vio que era linda, así, solamente linda, utilizando deliberadamente esa palabra tan corta y manida; pero la sazonó un poco:
-¿Sabes? Eres críticamente linda.
Clarita echó una sonrisa muda. Se llevó un dedo índice hasta una oreja y le dio toquesitos repetidos, como quien dice: «Escucha, primero, luego hablas tus huevadas».
You are the sunshine of my life,
That’s why I’ll always be around.
-Ésta no es la versión de estudio –comentó Habichuela, sin dejar de menear la cabeza al son de la melodía.
-Obviamente –contestó la chica-, es de su concierto en el Rainbow Theatre.
-¡Qué crack! -Habichuela parpadeó y empezó verla con ojos renovados.
-Deberías conocer mi ático, está todo lleno de vinilos de Stevie.
I feel like this is the beginning,
Though I've loved you for a million years.
Habichuela se quitó por fin los auriculares y volvió al sonido de la avenida, principalmente dominada por el ruido de los coches y las motocicletas que atravesaban la Gran Vía. De fondo, las voces de los barceloninos, en familia, preparando las compras navideñas o paseando entre los puestos de churros.
Al final, le devolvió los auriculares a la joven. Por allí ensayó una sonrisa.
-¿Vives en un ático?
-Mmm... es difícil de explicar –le dijo Clarita, menos bipolar que siempre.- Quiero hablar de Stevie...
-Fantástico.
-...y de las probabilidades de que conocieras mi canción-test.
Antes de contestar, Habichuela recordó vagamente, como con el rabillo de su mente, que tenía una cita en el Starbucks de plaza Universidad. Vagamente, alguien que lo esperaba amontonando bolsitas de azúcar, tamborileando los dedos sobre una mesa. Vagamente, la sombra de un rostro, el eco de una voz y la innegable relación de aquello con la caja envuelta en papel de regalo, reposando a su lado, a un movimiento de vista.
Y, por último, vagamente, el evoco de algún discurso contenido y esperando en la punta de la lengua, tibio y listo.
Nota irrelevante del autor: mi canción-test es y será siempre From the morning
sábado, 19 de noviembre de 2011
Mowgli, te quitaron las estrellas
lunes, 14 de noviembre de 2011
Un poquito antes de quemar la ciudad
Te reirás porque el tiempo haya cambiado y yo diré:
Y sé distinguir uno de otro, sé qué manos levantaron odio,
Y ahora a dónde vas, dímelo bien, dónde andas,
quiero verte volar también.
Los monos bailarán buen rockanroll, los tigres dormirán en el salón,
verán la televisión y dirán: «Vaya mierda».
No te servirá decir: «Lo siento por no pensar en ti»,
Empaca un poco antes de partir, no volverás nunca más aquí,
La pequeña Goria hoy se ha levantado con un poema adherido en los labios,
Mami le explica con mucho tino,
No está bien vivir al margen de nuestra hermosa civilización.
Así que no te vas, mírame bien, no te irás,
Cámbiate para desayunar, a la escuela tienes que llegar,
Y afuera poca gente la escuchó, sus problemas son mucho mayores ¿no?
«No te vas mírame bien, no te irás, no puede ser que esté teniendo
siquiera contigo esta conversación».
Los monos bailarán buen rockanroll, los tigres dormirán en el salón,
verán la televisión y dirán: «Vaya mierda».
domingo, 13 de noviembre de 2011
Macanudo 3: Las 10 mejores tiras.
Bestiario - Julio Cortázar
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Bibliotecando en la PUCP
sábado, 5 de noviembre de 2011
De qué hablo cuando hablo de correr
Es un libro sobre correr que nos ayudará a seguir corriendo en el mundo de la literatura. O bueno, al menos a mí.
lunes, 10 de octubre de 2011
Relato cien por cien barcelonino
viernes, 7 de octubre de 2011
Concurso fotográfico PUCP: gana el que tiene más amigos (¬¬)
miércoles, 5 de octubre de 2011
lunes, 3 de octubre de 2011
cuaderno
jueves, 29 de septiembre de 2011
Cosas que te pasan (o no) si estás vivo
martes, 27 de septiembre de 2011
Santa Susana 369
domingo, 28 de agosto de 2011
Barranco nunca duerme
Yushimi
Kanaku y el Tigre (no encontré videos =()
Y Francois Peglau:
Ahora sí: el video que Liz grabó: sale descuadradazo, pero tiene buena imagen (para que vean lo cerca que estuvimos), ah, también está incompleto (youtube maldito que lo recortó y da pereza volver a subirlo).
Después del concierto nos atragantamos con unos tequeños buenazos =P.
Barranco nunca duerme.
En el camino de regreso vimos a un maníaco que no paraba de sacarse la barba con una pinza compulsivamente.
miércoles, 17 de agosto de 2011
Río, río verde - Me río xD.
sábado, 13 de agosto de 2011
The second single: Liz =)
lunes, 11 de julio de 2011
A hurtadillas
Salí de clase y me dirigí a un teléfono:
sábado, 18 de junio de 2011
Before the dragon wakes up
Letra:
Déjame decirte a dónde vas, vengo de adelante de más allá.
Antes de leer bien las estrellas, esta noche estás tan bella que no entiendo la señal.
Déjame contarte cómo soy, no quiero ocultar mi corazón
puedo confesarte en un segundo que besarte nos aparta del camino y es peor.
Mientras tanto mi vida se va, y no creo que pueda llegar
esta vieja pasión fermentó en el árbol y no debes recogerla ya, y no debes recogerla ya.
Déjame decirte que no estoy, en ese recuerdo del salón
yo aparecí más tarde, en la verbena de aquel martes, era el niño al que dijiste: hoy no hay amor.
Antes de entender mi soledad, quiero compartir una verdad
que eres la más guapa y esta mano no te atrapa, eres rauda y caminas sin cesar
Y antes de perder el corazón, decidí que no camino más
que tus lágrimas son poca compensación, y no puedes reparame ya, y no puedes repararme ya
Y antes de despertar al dragón, quiero alejarme de tu ciudad
que no quiero prenderle fuego a tu mamá, solamente te quiero olvidar, solamente te quiero olvidar
Mañana estarás mucho mejor, guarda estos minutos por favor
Lo he escuhado varias veces, no eres nada si no creces, y por eso no te digo a dónde voy
Sin embargo después del dolor haz la andadura hacia el mar
en las tardes ponientes, mientras el sol desciende, no me dirás que se sienten mal
martes, 14 de junio de 2011
Casados
-Amor -le dijo él-, mira: tengo un dedo índice 2 centímetros más largo que el otro. ¡Soy un amorfo!
Sin dejar de leer su revista, ella replicó:
-Amor, no te preocupes. Eres amorfo pero por razones menos cojudas que ésa.
Y le enseñó su retrato:
lunes, 13 de junio de 2011
VI
Y de pronto, Wingerr se dio cuenta que el tiempo había pasado. Miró a su alrededor y fue feliz: ella seguía a su lado.
domingo, 12 de junio de 2011
Carta Pública a Wingersoul
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Había una vez una tierra bajo el cielo y en los caminos de la tierra muchos hombres en motocicletas surcando el descampado que había entre dos cordilleras separadas entre sí por miles de kilómetros.
En una cordillera vivían los hombres oscuros que gustaban de los pensamientos tristes y de reflexiones que al final del día entristecían al corazón más fuerte. Estos hombres comían ratas y legumbres raquíticas que arrancaban de sus tierras fangosas. Sus hijos eran sombras que correteaban entre los innumerables caminos que unas manos tallaron en las laderas.
En la otra cordillera vivían los hombres iluminados, unos seres que charlaban verdades todo el día y solo cenaban gansos y naranjas y moras que recogían del camino. Estos hombres mataban con una sonrisa al corazón más triste. No contagiaban la felicidad de ninguna manera. Todo el mundo sabe que los corazones tristes no tienen reparo, solo muchas formas de morir.
Las motociclistas iban y venían de un lado a otro, no bien la suerte les señalaba la primera montaña, daban media vuelta y se dirigían a la contraria y así.
Una vez un periodista les preguntó: "¿Oiga y por qué no se decide por una cordillera de una buena vez?" Y el motociclista, un hombre con la cara marcada de suciedad, respondía que naturalmente más hermoso es el camino que la meta. Además, decía, si vamos al este, los hombres oscuros nos entristecerán el corazón. Y si vamos al oeste, los hombre luminosos nos matarán el corazón.
"No nos queda más remedio que seguir viviendo el camino, amándonos entre nosotros de la manera más imperfecta que existe".
Es tan triste ser humano, concluyó el periodista. El motociclista asintió. Ojalá todo mejore con la muerte, desearon. Justo entonces sus almas cayeron en un vacío eterno donde no había forma de sentir nada. Si tan solo alguien encontrara el amuleto.
jueves, 9 de junio de 2011
Marina Mora
Lyrics:
Estas cuatro palabras también dicen Roma y mora
También no me acuerdo la última que dice... ¿así?,
Amor, amor, ¿crees que en Roma tendría un romance como el que yo concibo?
Aún en roma, recuerdo tus moras, jugosas, deliciosas,
y no me digas que esto no funciona, yo te dejo en Roma, ay Marina, Marina Mora,
Amor amor de mora, mi amor, tus ojos me enamoran....
Nadie más que tú, nadie como tú puede mirar en mi alma, en lo profundo de mi corazón
Nadie más que tú, nadie más que tú puede cavar en mi alma, para encontrarle una solución.
(parte calle 13)
y no me digas que esto no funciona, yo te dejo en Roma, ay Marina, Marina Mora,
Nadie más que tú, nadie más que tú puede cavar en mi alma, para encontrarle una solución.
lunes, 6 de junio de 2011
¿Un champancito, hermanito?
Título de la entrada en alusión a un sesudo artículo escrito por MVLL donde el tipo se devana los sesos dándoles vueltas a la facilidad que sus compatriotas tenemos para la huachafería.
Idiota.
domingo, 5 de junio de 2011
Nuestro corresponsal en Barcelona graba un reportaje para el blog
Mentiraaaa.... pero sí que grabé un reportaje. La verdad es que con este trabajo redescubrí una de las cosas bonitas por las que elegí periodismo: contar historias. Hacerlo sin poder inventarme nada, claro, pero aún así: relatar casos y mostrarlos. Es una de las cosas de la carrera por las que sentirse afortunado. Claro que como periodista uno no podrá forrarse de plata. Pero al filmar reportajes como éste me dan ganas de seguir misio pero haciendo un trabajo chévere, con el que pueda entender mejor, con mis limitaciones, algunas de las cosas que tenemos los seres humanos.
Hace cinco años, en Trujillo, nunca me habría imaginado entrevistando a un chica Pakistaní, enterándome de su vida y aprendiendo a valorarla y entenderla como ser humano. Hace cinco años, mi comprensión de la compleja dimensión de las diferentes comunidades que hay en el mundo era más pequeña, nula, hoy sigue siéndolo, pero un poquito menos.
Hoy sé que muchas cosas nos pueden separar, distanciar, detalles como la religión, la filosofía, la política, la economía, pero compartimos muchas otras. Es más, las cosas que compartimos son abrumadoramente superiores a las cosas que nos separan.
Saher es una chica encantadora, visitante, como yo, en una ciudad que no es la suya. Mirar su historia me ha servido para conocerla y conocerme, para asombrarme y entender.
Es la primera vez que hacemos un reportaje, los de mi grupo, y hemos hecho uno bien bacán, para ser primerizos, jeje. Si han llegado hasta este punto de mi breve discurrir de ideas, solo me queda decirles que aquí está: disfrútenlo.
sábado, 4 de junio de 2011
Yo no voto por Fujimori
El día Miércoles 01 de Junio fue el cierre de campaña de Keiko Fujimori en la ciudad de Trujillo. El mitin se llevó a cabo en la plaza de armas, con el tabladillo ubicado al frente del BCR. Aunque claro, no tenía pensado ir. No apoyo a Fujimori. No apoyo a Ollanta Humala. Pero sí defiendo los derechos humanos. Y precisamente por eso terminé apareciéndome por la plaza de armas, motivado por lo que me había enterado: un grupo de familiares de víctimas de la época del fujimorismo iba a realizar una protesta simbólica. Y aunque confieso que si no hubiera estado con personas más motivadas que yo no hubiera ido, ya cuando me encontré en medio del grupo que gritaba y hacía recordar los estragos que dejó el gobierno de Alberto Fujimori, supe que era el lugar correcto donde debía estar y por primera vez en mi vida sentí la emoción de gritar lo que se piensa y lo que se cree.
Es cierto que la mayoría de personas protestaban en contra del fujimorismo, pues esa era la consigna; sin embargo, no había uno que otro que gritaba apoyando a Ollanta Humala e incitaba a los demás a que lo siguieran, y es cierto, por unos segundos los demás caían en el juego y se encontraban gritando a favor de ese candidato (claro que yo callaba de inmediato), pero de pronto alguien se acordaba y llamaba la atención, y de nuevo, a gritar en voz a cuello.
Me imagino que a Keiko le debió importar un bledo que un grupo de personas (muy reducido en comparación a los simpatizantes de Fujimori) hiciera esa protesta, sobre todo si sólo se concentraba a prometer proyectos que en mi entender me parecen muy populistas, o se dedicaba a mirar el video que proyectaron de ella y su cónyuge bailando marinera (completamente fuera de sitio). Pero la protesta continuó aún cuando ella se retiró, aunque estoy seguro que ni miró lo que hacíamos, muy acostumbrada a apartar la vista.
El momento impactante, diría que hasta conmovedor, fue cuando tres hombres se pusieron de pie, semidesnudos y envueltos con carteles de papel que hacían llamado a la dignidad y a la memoria. Después apareció la muerte: una mujer vestida de negro, calavérica, que danzaba suavemente mientras se deslizaba, los rodeaba, y los hacía caer. Todos miraban alrededor, haciendo un círculo, sentados en el pavimento, recordando a las víctimas del fujimorismo. Se prendieron velas y se las colocó en medio de los cuerpos, encima de pósteres con imágenes de Alberto Fujimori, el rostro de Keiko, y una rata china.
Estuve un momento más, gritando, tomando fotos; pero luego me retiré, cuando simpatizantes de Keiko comenzaron a tirar botellazos. Tenía que pensar en el bienestar de mi enamorada, y además, cargaba mi laptop conmigo. Ya después, al día siguiente, una amiga me mostró las fotos de lo que pasó después, y resulta que los tres hombres que yo había dejado tirados en el suelo, terminaron levantándose, poniéndose de pie, y fueron liberados de la capa de plástico que les impedía moverse, y levantaron el cartel que llevaban en el pecho, como si expresaran lo que tenían dentro: “Por un Perú digno y hermoso”, “Por la dignidad y la memoria”. Era un llamado a recordar, a evocar a las víctimas que ahora nos advertían. Era un llamado a la conciencia.