Roberto explicaba diseño periodístico frente a una clase honestamente desinteresada en su materia.
Una gota de sudor recorría su frente cada vez que comprobaba que sus más elaboradas explicaciones y metáforas didácticas no surtían ningún efecto sobre su clase:
-Una pareja allá al fondo se apachurraba entre suculentas besuqueadas.
-Una tía robusta de las primeras filas leía La Vanguardia sin más reparos.
-Y por si fuera poco, carpetas más acá, un grupo de más o menos 5 o 7 alumnos emprendían una misión virtual en mundo de Warcraft, pasando olímpicamente de la clase.
Era así todas las semanas. Cada viernes de 8-9 Roberto le explicaba su clase a la pared. Exponía acerca de la importancia de los elementos de la página, los tamaños y márgenes, parloteaba sobre las zonas donde más se suele posar la vista en una portada de diario y etc.… “condenados mocosos…”.
Un día Roberto llegó con un revólver escondido en los pantalones, cerró el salón con llave y le pegó un tiro a todo el mundo. "Ay, qué alivio", dijo.
“…cuán útil es la literatura para cuando no puedes matarlos en la vida real.”
Roberto, el profesor matón.
viernes, 13 de marzo de 2009
La clase
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3 comentarios:
malaso, pobre profe... lo entiendo, enseño a niños y me paso media hora calmándolos para q haga la clase en 10min jeje, pero yo no los quiero matar...jajaja, lo bueno es q para eso está la literatura, para haer realidad lo q no es,aunq sea en un papel :) procurando siempre q sean cosas buenas, digo...jeje tQm(lo)
Hola Roberto!
:D
krN
Desde que publicaste esta entrada y vi ese dibujo no pude evitar pensar: Y si yo comentara esa entrada pusiera "Al hombre escafandra le crecio la barba!! O_O" xDDDDD....
No me resistí, aunque ya te lo había comentado xD!
(Nadie se dio cuenta que rompí una regla rompible xD!)
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