NAviDAd

Catedral de Trujillo

Era navidad en la tarde. Feriado muerto y miles de bicicletas pasando por la ventana. Picón, se colocó las zapatillas, el short que le regalaron años antes, y la misma camisa de siempre. Saldría a caminar, como aquel 1 de enero que caminó también. Iría a caminar como parte de su perigrinación, de su sacrificio, por ese día, y porque no tenía bicicleta. Saldría.
Caminó por 2 horas, 1 hora de vuelta y otra de ida (casi no lo logra), pero llegó a ver el atardecer en la playa de Buenos Aires, cuando la gente ya se retiraba y el frío le invadía el pecho. Luego corrió a su casa porque tenía que bañarse, y tratar de llegar al cine en menos de 20 minutos. Después de todo, su navidad no fue tan tranquila, pero sí solitaria.
Había esperado semanas por aquellas festividades. Preparando los regalos, pensando en qué recibiría, a quién saludaría, a quién vería, con quién lo pasaría....Y cuando llegó, se preguntó por qué había deseado tanto aquel día, si ahora que lo era no estaba tan feliz. Por eso salió a caminar, porque el día se le pasaba y nada especial sucedía.
Ahora que estaba en el cine, viendo Australia, se olvidó de todo. Sólo cuando terminó la película, después de casi 3 horas, todo regresó de nuevo y prefirió dormir. Dormir, porque navidad ya había pasado, extrañaba a muchas personas, y prefería soñar, soñar que todo era como antes.
Igual, quedaban más años para soñar con una navidad perfecta.