martes, 30 de diciembre de 2008

Tengo nueva tabla de skate


-Así como te cuento, ¿sabes? Tenía un arma en la mano. Sus ojos chispeaban detrás de sus gafas y yo pensé que me volaría la tapa de los sesos antes de lanzarse sobre la caja registradora. Pero primero tomó a una chica y le apuntaló el cañón de la pistola sobre la cien. La pobre se hizo pis del susto, pero es comprensible, mira, si todos en la tienda nos ca·$%·$ de miedo. Y sabes, a pesar de ello me atreví a pulsar la alarma silenciosa que hay debajo del escritorio, y lo que dios quiera, me dije. Es que, digo, el sujeto éste tenía una rehén, un arma en la mano y muchos cojones. Nos tenía en el bolsillo, de acuerdo…y ¿sabes lo que hizo?

Según fue contando había llegado con su primo para comprar un tabla de skate, dijo que se había estado pelando de frío afuera de la tienda y que en toda esa hora que pasó en la intemperie nuestros gordos traseros a lo mucho atendieron a cinco clientes. Así que le arrancó la tabla de skate a su primo, que igualmente estaba acojonado, y nos ordenó que le procesáramos la compra de una buena vez. Le dijimos que por favor, que se llevara la tabla, gratis, pero que se largara, a lo que el tipo se estresó peor, faltaba más: venir a robarles a nuestros gordos e ineficientes traseros, ¡ja!,eso dijo. Recibió la tabla en su bolsita, le dimos los stickers que vienen con la compra y se fue dejando a la rehén, que era guapa y pija.

Todos en la tienda nos quedamos helados. En medio del silencio, recién nos fijamos en que la chica se había mojado los pantalones y nos descojonamos todos de la risa, menos la chica, claro. Después, cuando llegó la policía se quedaron en las mismas, ¿sabes? Porque el tipo además de presentar graves problemas para el manejo de la ira, no había hecho nada más, no se llevó nada. En fin, cariño, creo que ya no será prudente que te llame mientras trabajo, dulzura… por si las moscas. Cuelgo, adiós, besos, chau-chau-colgó.

-Ahora sí, ¿en qué le puedo atender?

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